Raidel, el ciclón bueno de San Juan y Martínez

Punta Galafre estuvo en el colimador del ojo del huracán Ian para que fuera su puerta de entrada a Cuba. No lo fue, porque escogió La Coloma, un poco más al este, pero aquella comunidad costera del municipio pinareño de San Juan y Martínez –tierra del mejor tabaco del mundo– quedó devastada el pasado 26 de septiembre por la fuerza de los vientos, de las lluvias y la penetración del mar.

Mientras allí se vivía la madrugada más larga y enigmática de los sanjuaneros, un muchacho que nació en esa humilde geografía, y que es fruto del desarrollo del movimiento deportivo cubano, ponía el nombre de su terruño en una de las cortes más excelsa del beisbol mundial. Raidel Martínez hizo que su pueblo fuera noticia al ganar el premio al Jugador Más Valioso de su equipo en la exigente Liga Profesional Japonesa (npb), con la escuadra Dragones de Chunichi.

¿Cómo le llegó ese trofeo, entregado por el resultado de las opiniones de los aficionados? A la manera de una obra de arte, porque, justamente, eso es el pitcheo cuando el lanzador es capaz de ser el artista que traza el destino del juego, igual que el lienzo termina en una entrega plástica.

En 54 salidas a la lomita (le pudieran restar tres) ha vertido la herencia de su Pinar del Río, de donde emergió gran parte de lo mejor del montículo de Cuba, pues acumula 37 juegos salvados, líder de ese casillero; nueve holds points (desafíos en los que ha preservado la ventaja); más cuatro victorias, pues se trata de un cerrador.

Hasta ayer los bateadores rivales apenas le hacían daño, porque ni siquiera le llegan a 200 de average, concretamente los tiene limitados a un anémico 162; su whip (índice de corredores que llegan a circulación por acciones negativas del lanzador) es de excelencia, al no rebasar la unidad: 0,78.

Si no bastara, su promedio de carreras limpias por juego es de 1,01; su control es galáctico, con apenas 12 boletos en 53 innings y dos tercios, en los cuales ha ponchado a 61 adversarios. La majestuosidad de su virtud se devela al advertir que son dos bases por bolas por partido de nueve entradas, diez ponches por choques de esa duración, y cinco retirados por la vía de los strikes por cada transferencia que regala. ¡Impresionante!

Podría sumarse que el espigado sanjuanero, de un metro y 93 centímetros de estatura, logró –en esta temporada– convertirse en un supersónico, pues alcanzó lanzamientos de cien millas por hora.

El título de jugador más valioso, por segundo año consecutivo, recae en un pelotero cubano que juega en los Dragones de Chunichi, pues en la pasada contienda lo mereció el villaclareño Dayán Viciedo.

San Juan y Martínez está inmerso en la recuperación tras el paso de Ian, pero ya no solo es conocido en el mundo por resistir los embates de ese gran huracán, sino también por tener a este otro ciclón de la lomita, que ha puesto el nombre de su tierra en los cintillos mundiales del beisbol.

 

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