Un artista lleno de humildad y sencillez (+Audio)

Orismay Hernández Ramírez es un artista lleno de humildad y sencillez. Sus años dedicados a la décima y al verso improvisado lo convierten en un referente para hablar de poesía en Matanzas. El fue uno de nuestros invitados al podcast Palabras con sentido y hoy le compartimos esa entrevista
 Cuando nos referimos al repentismo en Cuba, de inmediato nos trasladamos hacia los campos y asumimos este arte como una forma de preservar las tradiciones campesinas y lo más autóctono de nuestra cultura. La provincia de Matanzas es un referente del pie forzado y la controversia, por lo que es válido reconocer a disímiles poetas que han marcado pautas en la forma de concebir la décima. Uno de ellos es Orismay Hernández Ramírez.
 —¿A qué se debe esta pasión por la décima?
—Me llega por herencia familiar. Mi abuelo paterno era repentista y por esas fechas en Triunvirato existía un gran movimiento de aficionados. Con apenas cuatro años rimaba palabras, hasta que dominé el molde de la décima, es decir, la estructura y la métrica.
“Así comencé. Primero como un reto, tratando de superarme a mí mismo, y cuando encontraba nuevas maneras de rimar y algún que otro obstáculo, más atractivo se me hacía este arte. Llegaron los eventos de los fines de semana en Cidra, Jesús María, en la cabecera provincial; y en cada uno de ellos me subía al escenario para improvisar. Aquello lo consideré un juego. Llegué a exigir un espacio para cantar, pues a mi edad era difícil que los artistas establecidos quisieran hacer controversias conmigo.
 “Todo esto sucedía en la mitad de la década del noventa, todavía no contábamos con los talleres de repentismo surgidos a inicios del 2000, que ya establecían un programa y un proyecto. Mi formación fue autodidacta, aprendiendo con los excelentes cultores del género de la época.
“Tengo el privilegio de poder vivir de lo que me gusta, y a la décima le debo lo que soy, las personas que me rodean, los amigos que tengo y los lugares que he visitado”.
—Es graduado de la Universidad de Matanzas, un ejemplo de que al don de improvisar hay que ponerle estudio.
—A la décima, como a todo lo que se quiera hacer con calidad, hay que ponerle estudio. Aquella creencia de que la improvisación es practicada por campesinos analfabetos es falsa. La generación de repentistas anterior a mí, y me refiero a la del Indio Naborí, fueron autodidactas, pero con un nivel cultural enorme. Más que exponer valores poéticos o literarios exponían conocimientos.
 “En la Universidad de Matanzas obtuve el título de licenciado en Comunicación Social, que me proporcionó las herramientas para interactuar con el público y tener mayor capacidad de observación. Un buen improvisador necesita esto para, sin tener que renunciar a lo que quiere, satisfacer las demandas de quienes lo escuchan.
 “En algunas ocasiones me han preguntado cómo logro cambiar de escenario y pasar de un tema triste a uno alegre en la controversia. Y es que, aunque influye la experiencia del artista, la academia te brinda un plus para segmentar los públicos y lograr que la actividad sea satisfactoria.
 “Siempre me ha interesado todo lo relacionado con la comunidad, y de manera particular la formación de las nuevas generaciones de repentistas. Muchos temen enfrentarse a un público que no conoce la décima; sin embargo, me siento más a gusto frente a uno virgen. Eso es lo que procuro llevar al trabajo comunitario que se hace en la Casa Naborí, prepararlos para cualquier escenario”.
 El trabajo mancomunado de los repentistas ha posibilitado un resurgir de este arte. ¿Es consciente del papel que desempeñan y la impronta que dejan?
La historia del repentismo es una y en nuestro país ha gozado de mucha salud. En este apartado considero que la etapa de la Batalla de Ideas por el regreso de Elián González le otorgó un lugar privilegiado al arte de rimar palabras. Lo que más se esperaba en cada tribuna era la participación de los repentistas, especialmente a Alexis Díaz cuando hacía lo que se conoce como seguidilla.
 “A partir de entonces la décima aparece en cada acto político y otras actividades. Por ello es nuestra responsabilidad rememorar a quienes no están y, sobre todo, formar a las nuevas generaciones para que no disminuya la calidad del repentismo cubano.
“Me siento afortunado por conquistar hoy al público que tengo, gozar de un humilde reconocimiento”.
Durante estos años de creación artística se ha presentado en diferentes escenarios.
Representar a Cuba es un reto, y considero que donde mejor se hace es precisamente aquí dentro. Hacer repentismo en el extranjero ha sido una experiencia enriquecedora. Lo hice en España, Colombia, México, pero en todo momento intentando no perder la esencia y ser el mismo guajirito que actúa en cualquier escenario de la provincia.
 “En la Isla he disfrutado muchos espacios. Guardo de manera ‘especial’ la presentación con Ricardo González, Kiko, en la gala por el aniversario 325 de Matanzas, y en mi graduación de la universidad con un final lleno de risas.
“Aquel día el último pie forzado propuesto fue ‘especialmente especial’. Segundos antes de comenzar la improvisación se me enredó el cable del micrófono con un ramo de flores y casi cae al suelo. Por supuesto la décima que improvisé se refería a ese evento: ‘El micrófono enredado quedó en el ramo de flores, / y ahora mis admiradores piensan que me he equivocado, / dirán que mal he quedado, que algo me ha salido mal, / pero yo no soy fatal y me marcho convencido, / porque mi actuación ha sido especialmente especial’.
 “No es una décima de alto valor poético, pero me impactó por el escenario en que ocurrió”.
Es muy popular entre los matanceros, ¿se lo propuso? ¿Cómo ha logrado mantenerse con la humildad que lo caracteriza?
A veces ser popular no significa que eres talentoso; no me siento popular. Llegar a cualquier lugar y que nos saluden a Kiko y a mí es algo que me emociona. Es cierto que se disfruta que te conozcan, te mentiría si dijera que no. Que las personas tengan una cortesía o un detalle contigo, y no me refiero a material sino espiritual, que te pidan una décima en el momento menos esperado, es maravilloso.
 “Que me inviten, cuando necesitan un poeta para una ocasión significativa en Matanzas, tiene más valor que cualquier pago que puedan realizar. Nos satisface solo el aplauso y poner la poesía al servicio de la sociedad”.
¿Qué papel desempeñan la familia y los amigos?
La familia y los amigos ocupan un lugar importante. No es un secreto que muchos artistas consagrados, después de que adquieren cierto nivel de fama, se transforman y olvidan un poco el camino. En nuestro caso no ha sucedido gracias a la familia. Más que artista nos sigue viendo como un miembro más, y nos critica lo que un admirador nos perdona por disfrutar 45 minutos ante un escenario. Los amigos, los de verdad, no permiten que el artista desvíe su camino cuando llega al éxito.
¿Cómo es Orismay cuando no defiende el arte del verso improvisado?
¿Qué soy cuando no estoy defendiendo la décima? Creo que no soy. Defiendo la décima siempre, incluso en estos tiempos de pandemia en que las personas me las piden por las redes sociales.
 “Espero que dentro de cien años alguien piense en mí, en este guajirito que nunca se negó a una actividad por más descabellada, atrevida, arriesgada o poco importante que pareciera. Para mí tiene el mismo valor presentarme en el Teatro Sauto o en el Teatro Nacional que en un batey de dos casas. Quiero que me recuerden como ese poeta que salió a dar lo mejor de sí, que sacó una sonrisa después de una
lágrima, que, sin tener un mensaje más allá que el de su generación, aportó a la historia del repentismo y la décima en Cuba”. (Por: Arletis Arango Oña)

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