Y fueron los tambores que rajaron
la espalda de aquel día con sus gritos
llevando hasta los ranchos más lejanos
una ilusión festiva de domingo.
Y fueron las muchachas y muchachos
desandando la euforia de los trillos
hasta llegar en un clamor sonámbulo
donde el conjuro mágico del ritmo.
Y fue la radio que borró sus grises
y navegó borracha de pitirres
como una carcajada jagüeyense.
y fue el amor que se pintó de rosas
con su estación de radio más hermosa
más limpia, más formal, más combatiente