El Son de un «Ciego Maravilloso

Arsenio Rodríguez, “El Ciego Maravilloso”

Al nacer lo nombraron Ignacio Loyola Rodríguez, sin embargo fue conocido como Arsenio Rodríguez, «El Ciego Maravilloso». El tresero y compositor natural de Guira de Macurijes, Matanzas, marcó con el formato instrumental de su conjunto el inicio de la era de las agrupaciones de ese tipo y una nueva etapa en la sonoridad e interpretación del son cubano, con mayor riqueza sonora y armónica.

En 1936 ingresa en el septeto Boston, dirigido por su primo Jacinto Scull, y en 1938, funda el septeto Bellamar. Arsenio incluyó en el conjunto más trompetas, el piano, la tumbadora y dio mayor prominencia al cantante como solista dentro de la agrupación. Crea un estilo de ejecutar el tres, distinto al de los formatos tradicionales.

Indiscutiblemente el grupo al que el músico matancero bautizó con su seudónimo resultó uno de los primeros y más importantes conjuntos de son, por haber dado una fisonomía nueva al género.

El Ciego Maravilloso aporta un repertorio novedoso con mayor variedad de ritmos y conceptos armónicos que enriquecieron no sólo al son, sino también al bolero, la guaracha y algunas combinaciones como el bolero-mambo y el bolero-cha. Además, se cuenta entre los precursores del mambo.

Temas tan gustados como La yuca de Catalina, Bruca maniguá y El reloj de Pastora así como la inolvidable Nacer y morir inmortalizaron al músico matancero.

Cuando este 8 de mayo se celebra por primera vez el Día del Son cubano en homenaje a esta expresión músico-danzaria y al legado musical de sus grandes exponentes, Miguel Matamoros y Miguelito Cuní resulta de referencia obligatoria la trayectoria artística del Ciego Maravilloso, a quien sin dudas mucho le debe el género vocal e instrumental bailable que constituye una de las formas básicas dentro de la música cubana.

Tomado de TV Yumuri

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