Que la producción de carne de cerdo en bandas disminuyó un 36% entre 2017 y 2020 es una verdad fácil de comprobar. El dato, obtenido a partir de las informaciones publicadas por la Oficina Nacional de Estadística e Información de Cuba, le pone rostro a un panorama que viven cada día quienes buscan en mercados estatales o negocios privados uno de los alimentos claves en la dieta de millones en la Isla.
Es una reducción que en 2021 luce más profunda y explica uno de los porqués del alza de precios que hace meses experimenta la carne de cerdo en Cuba. ¿Dónde están las causas de una contracción que se inició justo después de un 2017 con récords productivos? ¿Cuál es el escenario actual? ¿Qué estrategias siguen productores privados y estatales para recuperar rendimientos y contribuir a la estabilización del mercado?
En este reportaje, Cubadebate se acerca a la experiencia en tres provincias, botones de muestra de un escenario que se repite en todo el país y deja preocupaciones, pero también opciones para retomar el rumbo.
Villa Clara: De mayor a menor
Durante muchos años, Villa Clara fue punto de referencia en la producción de carne de cerdo en Cuba. Crecimientos sostenidos en sus entregas, tanto para el consumo local como para distribuir en otras provincias, llevaron a que por varias campañas consecutivas el territorio se ubicara en el primer lugar del país. Entonces era común registrar entre 22 y 25 000 toneladas anuales.
El récord de 26 300 t en 2017 parecía otro paso en esa carrera de desarrollo y resultados. Sin embargo, 12 meses después todo comenzó a cambiar y se abrió el primer capítulo de una caída que ahora deja un dato increíble: Villa Clara, la provincia mayor productora de carne de cerdo en Cuba, solo llegará este año a 5 600 t, una cuarta parte de lo planificado en 2021. El plan para 2022 no llega a las 3 000 t.
Hace casi tres años, cuando el actual escenario apenas se vislumbraba, Cubadebate se acercó al tema en un reportaje que parece escrito para el día de hoy. Entonces, Alexei Martín Pérez, director de la Empresa Porcina de Villa Clara, refería que los atrasos en la entrega de maíz y soya para la producción de pienso lastraban el cumplimiento de un plan que ya se había reducido en varios miles de toneladas.
Desde la misma oficina donde hace casi tres años alertaba sobre la baja que se anunciaba, Alexei Martín nos comentó esta vez que “los problemas con los abastecimientos vienen desde el segundo semestre de 2018, pero en los últimos meses de este año han llegado a formas drásticas”.
Para explicarlo, acudió a los números. Cuando comenzó la crisis con la entrega de alimentos, a la entidad que dirige solo le faltaban 300 de las 7 000 reproductoras necesarias para reemplazar a los animales y a la vez crecer en las entregas de carne. Sin embargo, ahora solo tiene entre 2 600 y 2 700, un peligrosísimo decrecimiento.
“Los animales que tenemos para la reproducción tampoco tienen partos óptimos. Nuestros indicadores tradicionales se ubican entre 10.2 y 10.3 crías por cada alumbramiento, pero ahora, cuando más, llegamos a nueve. Incluso, el cerdo que logra nacer y desarrollarse se deteriora y no llega a los estados óptimos si no tiene el alimento necesario”, comentó.
Ante esa realidad, la Empresa Porcina de Villa Clara se propuso detener la pérdida de reproductoras, pero su director reconoció que no es una meta sencilla. “Al faltar el alimento con las cantidades necesarias de nutrientes, el animal llega a la edad de reproducción y no tiene el peso ni las condiciones físicas básicas. Mientras otras salen del ciclo, no hemos podido incorporar nuevas reproductoras”.
Esos indicadores muestran otra realidad difícil: de las hasta 12 000 precebas que hace cuatro años iban mensualmente a cebaderos estatales y productores privados, la cifra bajó a poco más de 2 000. Alexei Martín señaló que llegar a los tres millares en un mes es “una situación excepcional”.
El panorama no luce diferente cuando se revisa la cantidad de productores asociados a la empresa a través de convenios. Durante muchos años, ese esquema sostuvo una asociación en la que la empresa facilitaba las precebas y hasta un 70% del alimento, mientras los porcicultores se encargaban del resto. Luego, la entidad estatal les compraba los animales listos para el matadero.
En 2019, cuando la soya y el maíz importados comenzaron a escasear, surgió la idea de invertir las cuentas y facilitar tierras a los porcicultores para que ellos sembraran y cosecharan poco más de la mitad de los alimentos. El proyecto parecía factible, pero tras casi tres años de su implementación, el director de la Empresa Porcina de Villa Clara advirtió que “se ha cumplido de forma parcial”.
Ahora solo quedan alrededor de 300 productores asociados con la entidad mediante los convenios porcinos. Otros 220 se fueron a otras labores, como la agricultura o la cría de peces.
Tierra de nadie
A todas luces, la baja producción de carne de cerdo tiene una causa directa: si los animales no tienen el alimento necesario, no engordan, crecen ni se reproducen al ritmo adecuado.
La solución parece igual de simple: si el país no tiene el financiamiento para importar grandes cantidades de maíz y soya para los cerdos, hay que producir la mayor cantidad posible en suelo cubano. Justo ahí comienza el verdadero embrollo de la carne de cerdo.
Bien lo sabe Heriberto Rosales, un productor empeñado en no abandonar una tradición de porcicultor que le ha dado vida a tres generaciones en su familia. Sin embargo, a veces la voluntad no abre todas las puertas.
“Yo no quiero abandonar la cría de cerdos, pero con la tierra que tengo no me alcanza para sembrar más comida. He solicitado un terreno cercano a la finca, pero resulta que llevo varios meses entre trámites y documentos y al final no me dan respuesta. Ahora mismo estamos hablando y eso está lleno de marabú. Mientras tanto, los animales siguen sin comer todo lo que necesitan”, dijo.
Como él, otros muchos productores de Villa Clara se hacen las mismas preguntas: ¿por qué son tan demorados los procesos para entregar tierras que en la mayoría de los casos están ociosas e infestadas de marabú? Si el tema aparece dentro de las 63 medidas aprobadas por el Consejo de Ministros para incrementar la producción de alimentos, ¿cómo explicar tantas trabas?
Mario Escalona, otro porcicultor casi a punto de abandonar los esfuerzos, describió a grandes rasgos el mecanismo. Primero se solicita la tierra, luego la entidad responsable debe analizar si la cede; en ese caso, pasa a manos de las delegaciones de Agricultura, y solo entonces el campesino puede recibirla. En no pocas ocasiones, el traspaso demora meses.
El director de la Empresa Porcina de Villa Clara ofreció un dato que descubre la magnitud del problema: de las alrededor de 4 700 hectáreas necesarias para sostener un programa eficiente de ceba de cerdos, los productores individuales solo tienen 1 421, y la entidad estatal, apenas 920. Las restantes 2 359 hectáreas se encuentran en algún proceso burocrático luego de su solicitud.
“Muchos de esos terrenos pertenecen a cooperativas de producción agropecuaria o empresas como Azcuba, muy morosas para evaluar cada solicitud. Actualmente, nosotros tenemos 19 productores a quienes no se les han podido asignar tierras justamente por esas demoras”, afirmó.
Otro asunto a resolver es modificar estilos de trabajo para asumir esos terrenos. Aunque los productores individuales tienen menos problemas en este sentido, la realidad de la empresa estatal no parece tan favorable. Con unidades concebidas solo para la ceba o la reproducción, ahora deben asumir un rol decisivo en la producción de alimentos.
Alexei Martín señaló que es otro asunto sobre el cual trabajar: modificar el entramado empresarial para crear unidades dedicadas a la producción de alimentos.
“Aunque hemos dado pasos, no estábamos preparados para eso. Por ejemplo, si las tierras que nos entregan tienen marabú, no tenemos los equipos propios para el desbroce. Entonces, debemos contratarlos a un tercero, ver quién nos brinda el servicio y cuándo puede hacerlo”, dijo.
En medio de todo, los porcicultores de Villa Clara dan pasos en la siembra de yuca, boniato, maíz y algunas plantas proteicas, y también en el cultivo de la soya.
A la vez, crean algunas unidades para la ceba de cerdos de capa oscura e intentan aprovechar las entregas de una planta de pienso líquido que ya funciona en la provincia y procesa tanto desechos de los propios mataderos como de la industria turística ubicada en la cayería norte villaclareña.
Son soluciones ineludibles si se quiere recuperar la producción de carne de cerdo y sustituir buena parte de las importaciones de maíz y soya. Pero también es esencial agilizar los procesos y limar todas las trabas. Hasta entonces, los cerdos seguirán escasos y los precios serán los únicos que continúen engordando.
En Holguín la carne de cerdo se cotiza al precio del oro
“Mis hijos no comerán carne de puerco, pues yo dependo de un salario de 2 400 pesos y en la canasta básica se va buena parte de este y la otra no alcanza para comprar esta carne”.
Así inició Luis Enrique Sánchez Pupo, uno de los holguineros entrevistados que accedieron a responderme en plena calle preguntas relacionadas con la escasez de cerdos en Holguín y el alza de los precios de su carne, pues, como muchos en otros territorios del país, sufre severamente esta problemática en la que el más perjudicado continúa siendo el bolsillo del trabajador de a pie.
Continuó afirmando este holguinero que los puercos han escaseado también producto de las dificultades que tiene el país para comprar comida en el exterior a partir de la difícil situación económica acentuada por los efectos de la covid-19. “La demanda de la población es más alta que los puercos que se crían; además, el precio del alimento de estos animales subió y, por lo tanto, la carne lo hizo de igual manera”.
José Ochoa Cabrera, otro de los transeúntes que amablemente accedió a contestar mis interrogantes, argumentó que el Estado no está produciendo cerdos como antes por las mismas carencias de pienso, al igual que sucede con los particulares.
“Yo vivo en una comunidad donde había mucha gente criando y ahora no crían por la falta de comida. Eso ha traído como consecuencia que haya un aumento exponencial en los precios, a lo que se suma la inflación. La fiebre de ahora es subir todo, empezando por la carne de cerdo”, dijo Ochoa Cabrera.
Para culminar, señaló que hay lugares de la ciudad donde la carne está de 190 a 220 pesos por libra al corte, precios que no son asequibles para un trabajador.
“El precio lo pone el mismo productor por la escasez, y para fin de año los pronósticos de precios son al aumento, por lo menos a 500 pesos por libra de carne asada… ¿Y quién puede así? ¿Un obrero puede invertir al menos en tres libras de carne, con ese precio? ¡No puede!
En relación con este tema también habló Isabel Almaguer Nápoles, quien consideró que la disponibilidad en el país no es buena debido a la falta de piensos de importación, pero hay que buscar alternativas para contar con el alimento del ganado porcino y llevar la carne a la población.
“No podemos quedarnos detenidos en eso, esta es la carne que más se codicia en la mesa del cubano y, sin embargo, es la que menos podemos adquirir ahora”, terminó categóricamente esta holguinera.
“Compré ayer un puerco para fin de año, a 110 pesos la libra en pie, porque pienso que para esa fecha subirá más. Lo maté y lo metí en la nevera”, contó Ulicer Cuenca.
Muchos de los entrevistados hicieron hincapié en la necesidad de topar los precios de la carne de cerdo, como medida para frenar el incremento sostenido de sus precios.
“No podemos dejar eso de oferta y demanda, porque quien sale perdiendo es el pueblo, es decir, ¡hasta un límite! De ahí para allá no te puedes pasar”, opinó José Ochoa Cabrera.
María del Carmen Rodríguez piensa que debería hacerse un esfuerzo para disminuir el precio de la carne, porque, como no hay muchas opciones para llevar el plato a la mesa, de alguna forma es importante regularlo.
“Los particulares casi siempre tienen carne, pero el problema son los precios. Al liberarlos, ellos van subiendo su mercancía cada día en dependencia de su interés. El que se afecta es el bolsillo del obrero, que mantiene su mismo salario”, refirió esta entrevistada.
Yosbel Sarmiento Peña, director de la Empresa Porcina de Holguín, afirmó que hay que trabajar en cuanto al tope de precios de los productos, principalmente los cultivos con los que se alimentan los animales, el maíz, la yuca, el boniato.
“Cuando el animal se come la yuca que se compra a 450 o 500 pesos el quintal, obligatoriamente la ficha de costo aumenta, como está sucediendo ahora mismo en nuestro cebadero”, dijo el empresario holguinero.
Sobre el déficit de alimentos y materias primas específicas para la crianza porcina, precisó que su empresa se ha basado en la implementación de las 63 medidas para dinamizar el sector agropecuario en Cuba, principalmente en la 25, enfocada en recuperar la producción estatal asegurando primero la base alimentaria.
“Nuestra empresa cuenta con 1 191 hectáreas en administración. De ellas, se han entregado 1 127 dando respuesta a la demanda de tierra por los productores, de las cuales 620 están infestadas de marabú”, informó el director de la Empresa Porcina de Holguín.
Agregó que, con la política de recuperación de la masa porcina, fueron dando cumplimiento a la medida 21, relacionada con la conformación de los polos productivos agropecuarios, donde ya han dedicado 690 hectáreas para garantizar la alimentación de los animales en el polo de Cubasí, ubicado en el municipio de Holguín, donde se ubican tres unidades, Cubasí 1, 2 y 3.
La primera está destinada a la ceba y las restantes a centros multiplicadores genéticos. Según el directivo, tienen en explotación 103 hectáreas, en las cuales han cosechado 21 toneladas de maíz y 14 de yuca, y todavía quedan más de 70 sembradas de este importante alimento.
“Con un mejor uso de la tierra, sabemos que se puede adquirir una parte de la alimentación y suplir un nivel de las importaciones, pero las proteínas, como la soya, son esenciales en la dieta de los cerdos”, subrayó el empresario porcicultor holguinero.
“Hoy es muy complicado, principalmente para nosotros, porque las tierras que nos entregaron son de secano y el cultivo de la soya, para que rinda, debe estar bajo riego.
“La ruta más debilitada es la de la proteína, necesaria para tener los indicadores de eficiencia de la raza que se explota en la empresa, la York-Land, pues requiere de alimentos con requerimientos proteicos si se busca obtener buenos rendimientos por parto, efectividad en las inseminaciones y nacimientos viables”, explicó.
También, para paliar la situación de la alimentación y por la ausencia de una fábrica de pienso líquido que está en proceso inversionista, han creado unos tachos para cocinar salcochos y alimentos de recogida en esas unidades, específicamente en el cebadero.
Allí no se logra al peso promedio de 80-85 que es el establecido por el balance, pero se llega a 30 y 40 kilogramos por cerdo para suplir la demanda del turismo, que es de 400 cerdos mensuales, y las ventas a la población en la casilla especializada con que cuenta la entidad.
Sarmiento Peña informó que se sigue trabajando en recuperar la instalación para el pienso líquido en el polo productivo de Cubasi. “La mayor dificultad es el tema de los metales, pues ya se cuenta con la caldera que pensamos era lo más complejo de adquirir, pero seguimos en el plan de inversión para 2022”, dijo.
La materia prima con la que trabajará esa instalación se garantizará a partir de la recogida de restos de producciones de la agricultura y salcocho proveniente del sector turístico y de centros educaciones y de salud de Holguín.
La empresa porcina cuenta con más de 17 000 cabezas, de acuerdo con el movimiento de rebaño, incluidos 650 animales en cebadero. “Una parte de estos últimos ya se están sacrificando y guardando en bandas en neveras para garantizar las 12 toneladas de carne de cerdo que se venderá a la población para las fiestas de fin de año, el día 29 en la feria programada”, informó el director de la Empresa Porcina de Holguín.
“Sabemos que no es la demanda necesitada por el pueblo de Holguín, pero vamos a contribuir con una parte, que se venderá a 120 pesos la libra”, añadió.
Continuó explicando que están produciendo, “pero no a los niveles planificados, con base en esta alimentación alternativa”. La proyección es la entrega de precebas para las unidades básicas de producción cooperativa (UBPC), cooperativas de producción agropecuaria y unidades empresariales de base (UEB) de distintos organismos, con el fin de que las puedan desarrollar y contribuir así al programa de autoabastecimiento territorial.
“No es lo mismo tener 500 o 1 000 animales concentrados, que cinco o diez cerdos que sí se pueden engordar con alimento alternativo”, señaló.
En este programa se inserta también la crianza del cerdo de capa oscura. Para ello, la provincia necesita 598 reproductoras, de las cuales solo se tienen 50 que ya están produciendo.
Todavía sigue siendo insuficiente el trabajo en este sentido, pero, según Sarmiento Peña, para el completamiento se decidió acondicionar la UEB Los Áticos, en el municipio de Báguanos, donde se insertará el semental macho criollo para avanzar en el programa de los dos kilogramos de carne y llegar a las 49 684 reproductoras que garantizarán una masa porcina capaz de producir las 24 000 toneladas de carne que necesita la provincia anualmente, según establece el programa.
En Matanzas: El cerdo, la medida de todo
En una calle de la ciudad de Cárdenas, provincia de Matanzas, se alinean varias carnicerías particulares. Los clientes llegan primero que el sol y hacen cola con la esperanza de alcanzar una buena pieza.
Mientras dura la espera sin saber si aparecerá o no el almendrón que suele traer la carne de cerdo en el maletero, la gente saca cuentas. Los billetes, casi siempre reunidos con esfuerzo y cada vez de una denominación más alta, pasan de una mano a otra como las cartas de una baraja.
Cada libra de cerdo se cotiza como si se tratara de un animal en peligro de extinción, cazado para satisfacer el paladar de algún excéntrico millonario con antojo. Pero sucede que quienes esperan desde antes del amanecer son personas comunes, trabajadores, cabezas de familia que sufren mientras la inflación convierte su salario del mes en sal y agua.
Cuando el viejo auto clásico no aparece, hay que marcharse a probar suerte en otro sitio. Si la mercancía llega, a veces es poca y se agota rápidamente. Por eso es tan importante madrugar. La misma escena se multiplica en todas partes. Mientras algunos exprimen su bolsillo para poner en la mesa del hogar al menos un bistec, otros, sencillamente, deben renunciar a lo que ya consideran un lujo.
“Yo no la consumo, porque no puedo pagarla. Está demasiado cara, no me alcanza el sueldo para eso”, cuenta la cardenense Yanet González Martínez. “Si vendieran la carne a un buen precio en los mercados estatales, el pueblo tendría acceso a ella”.
“La libra está a veces por encima de 200 pesos, según quien venda. Muchos no pueden comprarla, es un abuso para la familia cubana”, dice la camarera Niurka Mercedes González Rodríguez.
“Luego del incremento del salario, los precios también aumentaron y, claro, el valor del cerdo subió muchísimo. El Estado cubano debe actuar ante esta problemática y llegar a consensos con los campesinos productores para que toda la población pueda acceder al producto”, añadió.
Otra residente en Cárdenas, la dependiente gastronómica Arahí Andux Vega, apuntó que el salario es insuficiente a la hora de adquirir este alimento, “porque, además, son muchos los gastos en el hogar, especialmente la factura por el consumo de electricidad. A quienes abusan de la población poniendo precios tan altos se les debería multar y decomisarles la mercancía para ponerla en oferta”.
El precio actual del cerdo “es exagerado para cualquier cubano, muy por encima de sus posibilidades”, consideró Yanet González Gálvez, trabajadora de la industria alimentaria, quien reside en el consejo popular de Santa Marta, próximo al polo turístico de Varadero.
“Para una persona de la tercera edad que viva sola, con una jubilación que no supere los 1 500 pesos mensuales, es bien difícil sobrevivir y menos comprar carne. Un pernil puede costar más de 6 000 pesos. Es abusivo. Esto es algo que las autoridades tienen que analizar y resolver urgentemente, no es algo que se pueda dejar para mañana”, dijo.
Es tal la demanda, que hasta en grupos de compraventa de Facebook, junto a las fotos de los zapatos, la ropa y los smartphones traídos “de afuera”, abundan las de cerdos rollizos de diferentes tamaños y precios, cebados concienzudamente, a sabiendas de que los últimos días de diciembre suelen ser los mejores para el negocio. En mensajes públicos o privados se fijan los detalles de la compra, la cantidad, el precio, el traslado…
La explosión de los precios no es un fenómeno exclusivo de las ciudades matanceras con mayor desarrollo económico, como Matanzas y Cárdenas, donde tradicionalmente se asume que buena parte de sus residentes tienen un mayor poder adquisitivo. En el campo, donde podían encontrarse ofertas más económicas, también bailan los números al son de la oferta y la demanda.
El joven Eduardo Reyes, quien se traslada continuamente entre la ciudad de Matanzas y el poblado rural de Carlos Rojas, en el municipio de Jovellanos, refirió que en esa localidad la mayoría de las familias mantenía su propia cría de cerdos apenas unos años atrás, pero hoy son pocos los que cuentan con el alimento suficiente para cebar.
“Recuerdo que en 2019 más o menos ocho de cada 10 casas en Carlos Rojas tenían cría de cerdos para comer o vender. Hoy en día si acaso dos o tres tienen todavía animales. En el pueblo el precio de la carne está más o menos igual que en Matanzas, entre 200 y 250 la libra, en dependencia del que la venda. Muchas personas de Cárdenas y Varadero llegan hasta Jovellanos con mucho dinero y, al hacer una mejor oferta de pago, imponen los precios”.
“Si el precio del petróleo sube en el mundo, afecta muchas cosas, lo mismo ocurre con el del cerdo en Cuba”, dijo el joven José Pablo Lleonart Garrote, quien en la ciudad de Matanzas también debe pagar muy caro el producto para su negocio familiar, el popular restaurante Detalles Lleonart.
“Cuando vas a comprarle a un vendedor un mazo de zanahorias y le dices que está demasiado caro, te replica que la carne de cerdo está por las nubes y él tiene que ganar más para poder consumirla. Es como si fuera la medida de todo”.
“Esto –explicó– influye en la formación de precios del menú en un emprendimiento como el nuestro. Para adquirir el cerdo, nosotros tenemos que acceder al mismo mercado minorista que conocen todos los cubanos, hacer una cola y pagar los mismos precios, hoy muy inestables. Pero no solo está presente en un bistec, también se requiere para elaborar el jamón o el chorizo para una pizza. Todo eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de elaborar un platillo y fijar su precio”.
Lleonart Garrote afirmó que “para nosotros, un escenario ideal sería tener acceso a un mercado mayorista con estabilidad en los insumos que se necesitan para el funcionamiento del restaurante. No hay manera de mantener invariable una ficha de costo cuando los precios de productos como el cerdo cambian todas las semanas.
“Un simple ejemplo: el bistec de cerdo grillé a finales de agosto tenía un precio de venta de 200 pesos cubanos, pero ahora es de 485. Esta situación nos apena, sobre todo con aquellos clientes que son habituales en nuestro establecimiento, porque en pocos días, entre una visita y otra, los precios del mismo platillo pueden subir. Es una situación que, de momento, se nos escapa de las manos”.
Eduardo Miguel Jiménez Alfonso, director de producción y comercialización de la Empresa Porcina de Matanzas, comentó que en 2021, debido a la escasez de alimento, que deteriora la ceba de los animales, todos los indicadores han sido afectados.
“Los números actuales quedan muy lejos de los de etapas anteriores. De un plan anual de 5 701 toneladas, hemos dado a la industria solamente el 27% al cierre de noviembre último; sin embargo, hemos adoptado la estrategia de entregar la mayor cantidad posible a la red de comercio y gastronomía, con 529.5 t de las 403 t previstas para diferentes producciones, como embutidos.
“Aunque con intermitencias, la escasez del alimento comenzó en 2020 y se agudizó a partir de marzo de 2021. La empresa tenía un diseño que dependía de la comida que nos entregaba el país. Nosotros no sembrábamos. Se nos garantizaba toda la materia prima, como maíz (energía), soya (proteína) y otros elementos que integraban la formulación del pienso para cerdos.
“Es lo que cada uno de esos animales necesita, por sus características fisiológicas, para una ganancia media de 750 gramos por día como parte de la cría intensiva. Esa tasa de conversión hoy está baja, no supera los 280 gramos por día, porque el nivel de proteína es ínfimo”, explicó el también médico veterinario.
La Empresa cuenta con 11 unidades de producción y hoy están en explotación 5 065 reproductoras.
Según Jiménez Alfonso, anteriormente las precebas se destinaban a los convenios porcinos, pero a raíz de la situación actual se decidió venderlas a la población en ferias que se realizan en todos los municipios, para que puedan cebar esos animales con esfuerzos propios. Desde el mes de mayo último hasta la actualidad, se comercializaron por esta vía más de 62 000 cerdos.
“Los convenios porcinos que tradicionalmente existían no están vigentes hoy. Los productores han preparado sus tierras para buscar crédito de fomento agrícola y comenzar el próximo año. No hacemos nada con entregar un volumen de animales si no existe respaldo de alimento”, argumentó Jiménez Alfonso.
Sobre esta cuestión, señaló que hoy se mantiene la masa porcina gracias a diferentes alternativas alimentarias, entre ellas el aprovechamiento de plantas proteicas como la moringa y la morera, a partir de la capacitación brindada por especialista de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey.
“Entre las experiencias más representativas que podemos destacar está la siembra de maíz por parte de las formas productivas para entregarlo a nuestras industrias. Este cultivo tiene su etapa de cosecha y hoy todavía no lo tenemos. La alternativa que utilizamos ahora es el gran volumen de yuca, creamos un stock de yogurt elaborado con este producto para mantener nuestra masa.
“Hay que destacar el trabajo del municipio de Jovellanos, que ha sostenido en mayor medida las existencias de nuestros animales. Allí tenemos un polígono donde se preparan las tierras para sembrar maíz y yuca con el fin de mantener los animales.
“Nuestra empresa está lista, tenemos experiencia y las condiciones en nuestras unidades para cumplir nuestro objeto social, pero sin alimento es imposible cebar. Todos los productores se esfuerzan por evitar que se caiga el programa porcino”, aseguró. “Es válido todo lo que genere alimento para, al menos satisfacer en mayor medida la demanda, porque sabemos que el pueblo de verdad lo necesita”.
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