San Antonio de los Baños, 1946. El cantautor cubano Silvio Rodríguez recibió el lunes en León el Premio Leteo por su trayectoria literaria. La entrega del galardón, que antes que él fue para Michel Houellebecq, Paul Auster, Martin Amis o Fernando Arrabal, es el preludio del festival “Palabra” que se celebra en la ciudad hasta el 14 de octubre. Todo ello, encajado entre su participación entre la fiesta del PCE, el pasado domingo, y su actuación en el Wizink Center de Madrid del próximo sábado.
—Todavía resuena el quilombo del Nobel de Literatura a Bob Dylan cuando usted se convierte en el primer músico ganador del Premio Leteo de León. ¿Cuán literaria es la música?
Tengo entendido que la literatura empezó con música. Se dice que, en su origen, era cantada, que Homero usaba la lira para contar esas historias maravillosas que ahora repetimos. Así, hasta que llegó la imprenta. Y, bueno, es una forma de usar la literatura. Quizás la comercialización que trajo la radio aligeró un poco y creó una falsa impresión de que las canciones era algo menor, porque quizá tenían menos cantidad de palabras. Pero, por ejemplo, en Cuba siempre los trovadores, que es la tradición a la que yo pertenezco, se decían poetas. Tenían esa aspiración de hacer poesía. Y yo me inspiré un poco, sin tener la más mínima pretensión, en ese sentido.
—¿Cómo?
Tuve la suerte de vincularme a un grupo literario, que fueron los iniciadores de la revista El Caimán Barbudo y eso ayudó a que me fijara más en el aspecto literario, en la parte de la construcción de las palabras. Y nada, es divertido hacerlo. Es muy divertido.
—¿Por qué la gente se pega en la calle tal o cual estilo de música pero no por un estilo literario?
José Martí, el apóstol de la libertad de Cuba, decía que la música era el alma de los pueblos. Es parte de la identidad de los seres humanos. Yo creo que es por eso: al ayudar a identificarnos como conglomerado hace que nos unamos.
—¿Qué ha notado en León y, por extensión, en España, en esta visita postpandémica?
Aquí me siento un poco como en casa de la abuela. Diría que hay menos abrazos en Cuba que en España. Me ha sorprendido muchísimo cómo ustedes se siguen besuqueando y abrazando, mientras hay críticas a la imprudencia ciudadana en la televisión en Cuba. No deja de ser aleccionador el caso español. No sé si es en el buen sentido o en el malo.
—¿Cómo definiría la situación cultural de su país?
Hay una contradicción en Cuba interesante, que es que a veces se forma a mucha gente y luego está la realidad a la que se enfrentan. No hay la suficiente base material, infraestructura, para sostener todo ese talento que sale desde hace unos años. Somos un país con grandes problemas económicos.
—¿Y la situación, en general?
Estamos viviendo momentos difíciles, especialmente difíciles. Objetivamente difíciles y también subjetivamente. Estamos cambiando y todas las etapas de cambio son a veces muy dolorosas. Esperemos que ésta nos lleve a un estadio superior. Es lo que yo deseo y es por lo que yo trabajo. Y en eso estoy comprometido.
—¿Cómo entiende usted el compromiso?
Lo de cantante o compositor de canciones de amor o lo de cantor protesta, siempre me pareció un disparate. Me han puesto todos los epítetos posibles. Pero realmente es una misma persona la que ama, la que de pronto toma conciencia de aspectos de la realidad social que le toca vivir, la que asume posiciones porque tiene ideas. Y uno de los compromisos que nunca se me perdió de vista fue el compromiso con la belleza. Siempre quise escribir cosas hermosas y siempre creí en la belleza. Y otra cosa en la que creí bastante fue en la historia de mi pueblo. Pude haber nacido en otro sitio y hubiera sido otra persona. Pero dio la casualidad de que nací en un tiempo y en un lugar muy interesante. Pero, en fin, el compromiso es algo que nos toca a todos. Hasta a la hora de hacer preguntas.
—Afuera de este auditorio hay varias personas cantando Patria y vida, la canción que ha alimentado las marchas contra el régimen cubano, en protesta por su visita a León. ¿Qué le parece el uso de esa canción?
La música es un instrumento y puede ser usado por una forma de pensar o de otra. Es tan sencillo como eso. Yo tengo mis opiniones, pero no respecto a la música, sino respecto a las ideas que porta la música.
—¿Siente que, con la edad, su ideología se afianza o que se resquebraja?
Lo único que puede resquebrajarse a estas alturas soy yo mismo. Y no me parece que me vaya a partir por ningún lado.
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