Para el actor Ernesto Codner integrar el reparto más juvenil de Calendario ha sido «entrar con el pie derecho a la televisión cubana», y lo repite en cada entrevista.
Por eso cuando se ganó con talento demostrado el personaje de Orestes, supo que era su momento. «Leí la serie completa y me dije: “Esto es lo que he pedido, lo que he estado esperando”. A qué joven actor no le gustaría trabajar en una teleserie con un guion tan perfecto, escrito al detalle. He visto formatos parecidos en el mercado internacional, series muy exitosas; era mi oportunidad de hacer algo como eso; además, se trata de un producto cubano, con los conflictos y la esencia de mi cotidianidad».
Antes de Calendario, asegura, «hice algunas cosas muy pequeñas para el audiovisual, apariciones muy breves en cortometraje, nada como esto. También me probé en el teatro con Berenjena y con la compañía Pequeño Teatro de La Habana.
Para Ernesto Calendario fue una escuela.
«Siempre quise ser artista, desde muy niño. Debo decir que empecé por la música; estudié percusión, pero no continué. En 2009 me presenté a las pruebas de aptitud de la Escuela Nacional de Arte (ENA) en teatro, y no aprobé. Se me derrumbó el mundo. No sabía qué carrera elegir, ni qué iba a estudiar. Ese mismo año, sin embargo, se abrió una unidad artística docente en la especialidad de pantomima y tuve la oportunidad de matricular.
«Allí recibí una formación muy completa como mimo, pero también en danza y actuación. Mucha gente piensa que me formé como bailarín, porque durante mi servicio social, aconsejado por un profesor, me sumé a varias agrupaciones de baile, entre estas Free Dance.
Un día decidí crear mi propia compañía, E.Co Dance. Tenía el bichito de hacer coreografías, de dirigir. Creo que la danza aporta muchísimo a un actor. Nos enseña a dominar y controlar el cuerpo, especialmente en el teatro».
―¿Cómo llegas al casting de Calendario? ¿Ibas con la idea de interpretar a Orestes o esperabas otro personaje?
―Entré de casualidad. Me llamó Alfredo, asistente de dirección, un día que iba para un ensayo de mi compañía y me comenta que les habían hecho pruebas a muchísimos actores negros; pero no estaban convencidos. Fui a la reunión y me gustó mucho la explicación que me dieron sobre el personaje, sus características, el camino por el que querían llevarlo y me enamoró. Así que me preparé muchísimo, estudié y en la prueba “le metí con todo”. Desde el principio tenía claro que quería interpretar a Orestes.
―¿Quién es Orestes en las historias de Calendario?
—Es una pieza fundamental. Es un muchacho que tiene un pasado un poco oscuro, con muchas carencias materiales y de otras índoles, que terminan perjudicándole en una etapa tan importante como es la adolescencia. Ello se refleja en su conducta, en su actitud ante los estudios y en su comportamiento en la vida. Creo que en todas las escuelas cubanas hay Orestes. Muchísimas personas se van a sentir identificadas con él».
―¿Hubo algo del personaje con lo que no conectaras?
—No. Creo que conecté con todo. Tiene una personalidad muy rica.
―¿Crees que se parece a ti?
―Primero creía que en nada, luego descubrí que en algunas cosas. A Orestes le gusta llamar la atención, hacer chistes, lo malo es que transgrede los límites y cae en la burla, y a mí también me encanta hacer bromas, pero aprendí a controlarme, a no pasarme. En otros aspectos somos opuestos totalmente. Orestes no se preocupa por su apariencia física, no le importa lo que digan de él, no es estudioso; sin embargo, es muy trabajador. A mí me encanta estudiar, cuido mucho mi imagen, pero soy un poco perezoso en las tareas de la casa.
―Lo que más te gustó a la hora de interpretarlo…
―La cantidad de escenas sabrosas que tenía Orestes, escenas con mucho peso, con mucha carga emocional y eso me exigió muchísimo.
―En la serie compartes escenas familiares con actores reconocidos como Félix Beatón. ¿Cómo fue el trabajo con ellos?
―Tuve la dicha de trabajar con actores de varias generaciones y sí, Félix Beatón hace de mi padrastro. El primer día de ensayo llegó agotado de otra filmación, pero eso no fue impedimento para disparar los textos con una naturalidad increíble y ahí pensé, «ojo, hay que andar al hilo con este señor actor». Odelmis Torres hace de mi madre; ya la conocía de unos talleres de actuación y creamos muy buena química desde el casting. En el rodaje nos mirábamos e intercambiamos energía constantemente, para entrar en ese calor familiar que tanto quería Magda.
―Has dicho que en todas las escuelas cubanas hay estudiantes como Orestes, ¿y profesores como Amalia abundan?
―Existen, pero pocos. Algunos pasan inadvertidos, y Calendario los está haciendo notar. Nos han llegado mensajes de que en muchas aulas han comenzado sus clases leyendo los poemas o debatiendo sobre el capítulo transmitido. Yo me siento identificado desde el primer día que leí los guiones, porque precisamente en 9no. grado tuve una Amalia. Su nombre es Madelin Jiménez y gracias a ella y a la unión que creó entre mis compañeros, muchos de mis momentos cruciales en esa etapa de la adolescencia tuvieron finales felices.
―¿Crees que un cambio de perspectiva y actitud en la pedagogía cubana ayude a rescatar a más alumnos como el que interpretas?
―Pienso que hay muchos alumnos que están necesitados de estos cambios pedagógicos, de algo que los motive a recuperar el interés escolar. En los comentarios de Facebook leí algo que me llamó mucho la atención. Un maestro escribió que hay muchos que intentan aplicar nuevas formas de enseñanza y no los dejan ser totalmente libres. Creo que esta serie es un llamado a la reflexión. Pienso que sí se puede y que es necesario dar rienda suelta a la creatividad.
―A juicio personal, ¿consideras que la serie ayude a repensar la figura del maestro cubano?
―Sí. Hay que preguntarse qué está pasando en las aulas cubanas. En mi vida como estudiante tuve la dicha de contar con profesores muy dedicados a su labor; sin embargo creo que de esos quedan muy pocos. Hace tiempo no entro a un aula, pero tan solo basta preguntar a la generación que crece y escucharlos hablar sobre la escuela, para llegar a esta conclusión.
―¿Qué enseñanza regala Orestes a los espectadores?
―Una de las más importantes es aceptar los cambios y asumirlos mientras sean para bien. En el plano personal aprendí a restarle importancia a la opinión ajena, a no permitir que me afecte demasiado. Eso me lo enseñó Orestes.
―Si tuvieras que resumir en una línea tu paso por Calendario, ¿qué dirías?
―Mucho más resumido, lo dejo en dos palabras: una escuela.
―¿Proyectos en los que te gustaría aventurarte después de esta experiencia?
―Ahora mismo estoy enfocado en mi compañía de baile E.Co Dance; muchas personas no conocen todavía nuestro trabajo. Sigo como presentador en el programa juvenil Talla Joven. Me encantaría hacer teatro, especialmente con Carlos Díaz. Se lo decía a Clarita durante el rodaje, quisiera compartir las tablas del Trianón con ella.