Una y otra vez se recuerda el mensaje de Ernest Hemingway a Eva Gardner: “He pasado mucho tiempo matando animales y peces para no matarme a mí mismo”. Como se sabe, el célebre autor de El Viejo y el Mar cargó contra sí mismo el 2 de julio de 1961, en su casa de campo de Ketchum, en Idaho, Estados Unidos.
La Miembro Honorario de la Sociedad Hemingway de los Estados Unidos, la investigadora cubana Gladys Rodríguez Ferrero, recordó que para entonces el Premio Nobel de Literatura 1954 no era un anciano (estaba por cumplir solamente 62 años), pero padecía una seria depresión.
Durante 17 años, Gladys Rodríguez Ferrero dirigió el Museo Finca Vigía de San Francisco de Paula, donde el formidable escritor norteamericano Ernest Hemingway se radicó desde 1939, para sembrar en Cuba un querible espacio de reencuentro humano.
Según sus precisiones, el famoso novelista estadounidense, tan unido emocionalmente a Cuba y su gente, sufrió contusiones cerebrales en accidentes aéreos, y de acuerdo con declaraciones de su médico personal y amigo, el doctor José Luis Herrera Sotolongo, padecía de una incipiente cirrosis hepática y de una hipertensión controlada.
Gladys Rodríguez Ferrero precisó entre sus fuentes el bestseller Escritor, Marinero, Soldado, Espía. Las aventuras secretas de Ernest Hemingway, 1935-1961, del historiador Nicholas Reynolds, y sus numerosas entrevistas con Valerie Hemingway, quien antes de ser la nuera del Premio Nobel de Literatura 1954, fue su secretaria personal.
El extraordinario escritor norteamericano se suicidó de un disparo el domingo 2 de julio de 1961 en su casa de campo en Ketchum, Idaho, Estados Unidos. En Cuba, muchos sitios guardan como reliquia la misteriosa vibración del cariño de su gente, y el orgullo de unos pasos que parecen regresar la novela nueva.
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