Al proyecto del Código de las Familias, los detractores de la Revolución le han tirado hasta con misiles, misiles de mentiras por tal de crear un ambiente ficticio de incertidumbre, y esa andanada de improperios llegó al punto de que un influencer, radicado en la Florida, sostuvo que, de aprobarse la norma jurídica, la “dictadura” será dueña de los niños.
En su (des)concierto de injurias, el individuo de marras aseguró que el régimen cubano, si usted desea salir del país, le puede objetar: “El niño no te lo puedes llevar, porque solo el Estado puede decidir”.
Venida de este influencer, la falacia no asombra, pues el susodicho estuvo entre los invitados al encuentro con Kevin McCarthy, jefe de la bancada republicana en la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, el 4 de agosto del 2021 en el restaurante Versailles, de la Calle Ocho, de Miami. “Estoy aquí por una razón y una sola razón: libertad para Cuba”, manifestó el político.
Con esos relámpagos a poco más de 90 millas, sorprende mucho menos el intento de reescribir hoy la Operación Peter Pan, calificada por expertos cubanos como una de las expresiones más inhumanas y macabras de la guerra psicológica contra nuestro país, organizada y calculada milimétricamente por la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por siglas en inglés), en función de sacar de forma clandestina de la isla a 1 048 niños de seis a 12 años, sin la compañía de sus padres, y trasladarlos a Estados Unidos y a España.
Y como las campañas mediáticas anticubanas son más viejas que el Morro habanero, a las 8:30 p.m. del 26 de octubre de 1960, Radio Swan, mano derecha de la CIA, difundía: “¡Atención cubanos! (…) ahora te anunciamos la próxima ley: ¡Te quitarán a tu propio hijo desde los cinco años hasta los 18 años, te lo quitarán para adoctrinarlo y cuando te lo devuelvan estarán convertidos en una fiera materialista, y así Fidel Castro se convertirá en la madre suprema de Cuba! ¡No te dejes quitar a tu hijo! ¡Atención, cubanos! ¡Ve a la iglesia y sigue las orientaciones del clero!”.
Aquella operación, en la que tomaron cartas el Departamento de Estado de EE. UU., la CIA, organizaciones católicas y la contrarrevolución, tanto interna como externa, giró en torno a un asunto clave: el Gobierno cubano, liderado por el entonces Primer Ministro Fidel Castro, les quitaría los hijos a sus padres y, a la postre, privaría a estos últimos de la patria potestad, a partir de una supuesta nueva ley, impresa en La Habana y circulada a instancias de la referida agencia estadounidense.
En el colmo de la manipulación, la campaña de desinformación esparcía como pólvora la ilusoria noticia de que los niños serían enviados a la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas para ponerlos en adopción o a laborar en campos de concentración y, en el peor de los casos, se llegó a rumorar que serían convertidos en carne en lata; en fin, intoxicación anticomunista a la “n” potencia, que convenció a miles de familias cubanas, que autorizaron el traslado de menores a Estados Unidos y a España.
Era predecible que la actual arremetida mediática contra el código descanse en la manipulación, enfocada en construir y establecer la matriz de opinión de que el Estado sería dueño de los menores. A esas cotas ha llegado la desinformación orquestada para demeritar la futura norma jurídica, que da luz verde al cambio de la denominación de “patria potestad” a “responsabilidad parental”.
Con ese punto de inflexión el proyecto del Código de las Familias no expropia a los padres del derecho de cuidar, proteger, atender a los hijos y darles alimentos y todas las condiciones para que el niño o niña pueda crecer con salud y bienestar, comentaron expertos en reciente emisión del programa televisivo Hacemos Cuba.
A juicio de los especialistas, la responsabilidad parental no cercena la responsabilidad materna y paterna, o sea, los padres no pierden los derechos sobre sus hijos; ahora, bajo la novedosa concepción de esos vínculos, se pretende que los niños, niñas y adolescentes sean considerados como sujetos de derecho y no como objetos o propiedad de sus madres o padres.
Responsabilidad parental presupone —insisten los académicos— el reforzamiento de la idea de que los padres, más que tener posesión sobre su descendencia, están responsabilizados con su cuidado y protección integral. “Los padres son los máximos responsables de sus hijos, y el Estado o el ordenamiento jurídico intervienen cuando estos padres atentan contra el normal desarrollo de los mismos o el interés superior del menor. Tenemos que pensar que familia no es solo unidad, armonía, unión, donde nadie te falla, un remanso de paz. La familia es un espacio donde también hay relaciones de poder, que a veces se vuelven abusivas y es ahí donde hay que intervenir”, aclaró la doctora en Ciencias Psicológicas Patricia Arés.
Por ende, el proyecto de la norma legal no quita la patria potestad, falacia que circula en las plataformas digitales, una de las tantas tejidas contra este código innovador y cubanísimo.