“Como las calles son de los revolucionarios, los campos también son de los revolucionarios”, así lo declaró Soel Leyva Hernández miembro del buró provincial de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).
Ante los recientes sucesos el funcionario expresó el apoyo del campesinado matancero al proceso revolucionario cubano y su convicción de producir alimentos en el actual contexto económico e higienico-epidemiológico.
Leyva Hernández ratificó que los asociados de la organización campesina están dispuestos a defender las conquistas que benefician al pueblo cubano.
Precisamente este sector fue de los más favorecidos con el triunfo de la Revolución en 1959 porque en la neocolonia padecían del desamparo como bien lo caracterizó Fidel Castro Ruz en su histórico alegato “La historia me absolverá”.
“Hay doscientas mil familias campesinas que no tienen una vara de tierra donde sembrar unas viandas para sus hambrientos hijos y, en cambio, permanecen sin cultivar, en manos de poderosos intereses, cerca de trescientas mil caballerías de tierras productivas.
«Si Cuba es un país eminentemente agrícola, si su población es en gran par-te campesina, si la ciudad depende del campo, si el campo hizo la independencia, si la grandeza y prosperidad de nuestra nación depende de un campesinado saludable y vigoroso que ame y sepa cultivar la tierra, de un Estado que lo proteja y lo oriente, ¿cómo es posible que continúe este estado de cosas?”
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