El tiempo joven no muere

Así  se titula una hermosa canción; interpretada por el afamado  compositor  cubano Donato Poveda, que sirvió de tema e inspiración para una serie televisiva  sobre la lucha clandestina trasmitida en 1980 y que hoy recuerdo de manera especial  al cumplirse 60 años del asesinato de tres valerosos jóvenes del movimiento 26 de julio en Santiago de Cuba.

Los nombres de Josué País GarcíaFloro Vistel y Salvador Pascual  están unidos para siempre a la historia de esta nación. Los tres, cayeron valientemente en una acción contra la dictadura de Fulgencio Batista, el 30 de junio de 1957, en la llamada ciudad Héroe, cuna de la Revolución cubana.

Aquel trágico día, los esbirros de Batista, encabezados por Rolando Masferrer, organizaron en el santiaguero parque Carlos Manuel de Céspedes, un mitin de respaldo a la tiranía y también para demostrar a la opinión pública nacional que no existía ningún tipo de oposición al régimen.

Ante el desafío, la respuesta de los miembros del Movimiento 26 de Julio no se hizo esperar. Se había organizado por la clandestinidad, una potente réplica a tal provocación y  una de esas acciones fue colocar en horas tempranas, una bomba de tiempo en el sitio donde los esbirros leerían su discurso

Sin embargo,  antes del mediodía,  los bomberos regaron el lugar y  el artefacto nunca estalló. La explosión sería la señal para el inicio de varias acciones a desarrollar por varios comandos armados,  pero al no producirse Josué, junto a Floro y Salvador, decidieron cumplir la misión confiada, y de esta manera demostrar que Santiago de Cuba estaba en pie de lucha.

Detectados por una patrulla de la policía, los protagonistas de la acción fueron perseguidos con saña por los sicarios. Un disparo alcanzó el carro de los revolucionarios, lo cual provocó su impacto contra un poste eléctrico. Flor y Salvador murieron instantáneamente, en tanto Josué, quien estaba herido, ofrecía resistencia hasta que se desplomó. Fue montado, herido, en un «jeep» de la marina. En el trayecto hasta el Hospital, recibió un tiro mortal en la sien. Afirman algunos testigos que antes de ser asesinado se escuchó su voz que gritaba: ¡Viva la Revolución! ¡Viva Fidel!

La muerte de los  revolucionarios llenó de tristeza al pueblo santiaguero, Josué País, no había cumplido los 20 años cuando fue ultimado; 23 tenía Floro y 22 Salvador Pascual.

Su sepelio congregó una inmensa multitud; al frente marchaba la madre de Josué Doña Rosario, quién ordenó que el ataúd no fuese cerrado, para que «contemplase al pueblo que lo seguía».

Mientras, en su escondite clandestino, viviendo los últimos días de su luminosa existencia, Frank País reflejaba en silencio su pesar y escribía una hermosa y triste poesía dedicada a su hermano menor: Nervio de hombre en cuerpo joven, coraje de valor en temple acerado, ojos profundos y soñadores, cariño pronto y apasionado…” Con estos versos expresaba sus sentimientos el heroico combatiente revolucionario, quien un mes después, el 30 de julio,  caía víctima de las mismas balas asesinas  y también ofrendaría su valiosa vida a la Patria.

Todos ellos son una muestra de cómo la juventud cubana se enroló en la historia patria en todas sus etapas y especialmente en esta fecha, el valor humano y revolucionario de Josué, Floro y Salvador me hace reflexionar y  tararear la letra de una canción, que trasciende y confiesa una gran verdad: “El tiempo joven no muere\sólo envejece a tamaño\ y en la sonrisa de antaño\ hubo alguien frente a su luz…”

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