Cuando la solidaridad se fomenta desde las aulas…

Ayer Shanell llegó a la casa y fue directo al closet. Preocupada por tanto silencio, acudo al cuarto a husmear. Y allí estaba, buscando entre sus ropas y zapatos algunas piezas para donar a sus amiguitos de Guantánamo, que -según le había explicado su maestra Lourdes- habían perdido todo tras un terrible huracán llamado Oscar.

¨Es para mañana mamá. Nuestros amiguitos lo necesitan mucho. Siento mucha pena, mamá. Tenemos que ayudar¨.

Mientras preparábamos una valija, que entregaría al día siguiente en su escuela, Shanell me explicaba que su maestra les contó cuántos daños sufrieron sus amiguitos de Imías, Baracoa, Maisí y San Antonio del Sur. Así lo tenía escrito en un pequeño papel que debía recitar en el matutino.

Muchas preguntas vinieron después. ¿Mamá, dónde queda Guantánamo? ¿Qué es un huracán? ¿ Qué son esos nombres de Imías, Baracoa, Maisí y San Antonio del Sur? Una mezcla perfecta de inocencia, curiosidad, ternura y solidaridad. Esa última que surge de las pequeñas cosas de la vida y que perfectamente desarrollan en las aulas.

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