Meditaba cuál podría ser el mejor homenaje a Fidel, a cinco años de no estar físicamente con nosotros, y estoy seguro de que «ser continuidad» es la respuesta.
Por supuesto, no se trata de una palabra carente de contenido ni repetida sin sentirse. Es la convicción de la gran parte de los cubanos, de seguir «al pie del cañón» y saber usarlo y defenderlo en el presente, para sembrar un futuro como el Comandante lo concibió y dedicó su vida a construirlo.
Esas dos palabras tienen una dimensión muy grande. Es ser ejemplo, ser ético, firme, llevar consigo aquella frase de Martí de que «hacer es la mejor manera de decir».
La obra concebida y emprendida por Fidel es una hazaña colosal, de hombres y mujeres comprometidos, inclusiva y nutrida de la retroalimentación de cada ciudadano, cada lugar del país, cada opinión, cada denuncia.
Es una obra para no tener temor a perfeccionarla y fuerza para levantarla hasta su máxima creación.
No se trata de justificar los errores, que aún se cometen, ni las imperfecciones propias de los seres humanos. Tampoco de lamentos y frases lacerantes cuando nos equivocamos.
El enemigo de hoy –no nos equivoquemos– es el mismo que bloquea al país con el fin de asfixiar a la población. El que organizó y financió la invasión mercenaria por Playa Girón.
Pero no es invencible. Precisamente en Girón nuestro pueblo, siempre con Fidel al frente, aplastó la invasión en menos de 72 horas. Fue la primera gran derrota del imperialismo norteamericano en América Latina.
Es el enemigo que no se acostumbra a que haya hombres y mujeres capaces de resistir y vencer, de no claudicar, y de no ceder ni un tantico, ante las pretensiones arrogantes del imperio.
Si la juventud de hoy es continuidad y cumple, Fidel se siente seguro, en la dimensión que esté, de que nadie podrá destruir la Revolución, concebida para el presente y aún mejor para el futuro.

Estudió Periodismo, Licenciatura en Comunicación Social en Universidad de Matanzas “Camilo Cienfuegos”