Aliviar el calor del verano no ha resultado nunca un problema para quienes viven en esta comunidad de pescadores. El mar se asoma a los portales y, como quien se baña en una palangana en el patio de su casa, los pobladores no temen al intenso sol, que castiga las carnes a la vez que calienta el agua.
Hasta hace unos días, por las peculiaridades de la zona costera y reclamos de los vecinos, estas pequeñas franjas de arena, se mantuvieron cerradas, debido a la complejidad de la situación epidemiologica en el municipio Cárdenas.
Sin embargo, esta semana otra vez las familias, en especial los más pequeños de casa, vuelven a disfrutar de sus costas. Se impone entonces una reflexión inmediata: acaso han cambiado las condiciones por las que inicialmente se cerraron estos balnearios? Las imágenes hablan por sí mismas.
Un sondeo realizado por nuestro equipo de prensa arrojó opiniones diversas al respecto. Lo cierto es que sin la debida supervisión de un adulto, estos niños, niñas y adolescentes incurren en acciones peligrosas que ponen en riesgo sus vidas.
Incluso cuando el proceso de vacunación transita por su segunda semana en el territorio, no es momento de descuidarnos. Ahora más que nunca se impone la responsabilidad ciudadana y la aplicación del distanciamiento físico.
Comprendemos que el encierro ha ocasionado estragos en nuestra salud mental, en especial la de los infantes, pero solo bastaría sopesar riesgos y beneficios del mismo, para comprender la importancia de resguardarnos ante el coronavirus.
Si bien se prohíbe el uso de bebidas alcohólicas y música en la zona playera; el accionar de la policía deberá ser implacable.
Esperemos no lamentar retrocesos inesperados en el combate contra el SarsCov-2, como tampoco podemos pretender que nuestras autoridades velen por lo que debería ser una preocupación personal.
Asumir la temporada estival con la mayor seriedad y esmerando el autocontrol, deviene el principal reto de la etapa.
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