Situación actual y perspectivas de la generación eléctrica en Cuba

El sistema electroenergético nacional atraviesa una tensa etapa, marcada por la rotura de varias termoeléctricas de alta generación y la falta de combustible.

Las reservas de operación para cubrir la demanda del sistema eléctrico son bajas

Foto: Roberto Garaycoa/Cubadebate.

Antes de explicar las causas de las afectaciones, el ministro de Energía y Minas, Liván Arronte Cruz, explicó cómo está conformado el parque de generación de Cuba. 

El 40.6% de la capacidad de generación se produce en centrales termoeléctricas, el 21.7% con motores a fuel oil, y el 21.9 % con motores a diésel. Estas dos últimas tecnologías, en los emplazamientos de generación distribuida instalados en todas las provincias del país.

Hoy, casi el 8% se produce con el gas acompañante de la producción de petróleo, el 5% proviene de fuentes renovables de energía (agua, sol y viento), y el cerca de 3% restante se produce en las unidades flotantes enclavadas en el Mariel (patanas).

Cuando la disponibilidad de la generación no cubre la demanda –precisó el ministro–, hay que afectar el servicio eléctrico para poder mantener una reserva que permita garantizar la estabilidad del sistema y los requerimientos de seguridad.

“El proceso de generación de electricidad es muy costoso. Cuba realiza un enorme esfuerzo para mantener la generación de electricidad en medio de la difícil situación económica que atraviesa hoy el mundo y nuestro país, agudizada por la pandemia de la covid-19 y el impacto del asedio económico, comercial y financiero de Estados Unidos”, dijo.

Aseguró que la generación de electricidad sigue siendo una prioridad en el país y a ello se destina parte de los escasos recursos financieros de los que se dispone, en medio de muchas necesidades, para sostener la generación y adquirir los combustibles.

“No es solo mantener la generación. También tenemos que comprar los combustibles que hacen falta para mantenerla y para el sostén de la economía. Con los precios actuales del mercado y por el riesgo Cuba y las primas que nos ponen, el combustible nos sale mucho más caro que como se oferta en el mercado internacional.

“Puede estar en el orden de los 150 y hasta 200 millones para comprar todo el combustible de un mes de generación. Una parte se produce en el país, pero una parte, como los motores diésel y a fuel, consumen combustible que hay que adquirir, así como una parte del crudo para las refinerías.

“En medio de toda la situación que vive el país, en la que hay que comprar medicinas y alimentos, están también el combustible y la generación, que significan un impacto importante en la economía. De los escasos recursos disponibles, también se le pone dinero a la generación”, señaló.

Desde el 21 de junio, se están produciendo afectaciones al servicio eléctrico nacional, provocadas por la baja disponibilidad de las capacidades de generación en el sistema eléctrico nacional.

Al comenzar a abordar las causas, Arronte Cruz recordó que, para operar de manera estable y segura, un sistema eléctrico requiere una potencia de reserva disponible para enfrentar cualquier contingencia.

Actualmente –dijo–, las reservas de operación del sistema eléctrico son bajas y en ocasiones han estado por debajo de lo que se requiere para cubrir la demanda de energía de los consumidores, por lo que se hace necesario e inevitable la afectación del servicio eléctrico.

Aclaró que en el caso del sistema eléctrico cubano, esta reserva requerida debe ser igual o mayor que 500 MW para poder suplir cualquier contingencia imprevista o por necesidades de mantenimiento a unidades generadoras de gran potencia.

En el país existen ocho centrales termoeléctricas con un total 20 bloques en explotación, que constituyen la parte más importante de la generación base del sistema eléctrico.

“La vida útil de una termoeléctrica está entre 30 y 35 años. En nuestro caso, excepto los dos bloques de Felton, que llevan 25 y 21 años sincronizados, los demás tienen más de 30 años de explotación y siete de ellos acumulan más de 40 años operando.

“Las termoeléctricas, que son la generación base del sistema, están asistidas por los grupos de generación distribuida: los grupos electrógenos de fuel y los motores diésel instalados en todas las provincias. La generación con fuel en motores forma parte de la generación base del sistema, mientras que la generación con diésel se emplea para cubrir los picos de máxima demanda y cubrir la demanda cuando hay averías o mantenimientos de unidades de mayor potencia en la generación bae”, explicó el ministro de Energía y Minas.

Esa generación distribuida también presenta limitaciones tecnológicas y ha estado afectada por la falta de piezas de repuesto, añadió.

Apuntó que las limitaciones para adquirir los materiales, insumos y piezas de repuesto de las unidades generadoras y de los motores de la generación distribuida a fuel oil y diésel, han ocasionado la disminución de su disponibilidad técnica en estas tecnologías y, por ende, los bajos niveles de reserva. “Ante cualquier tipo de salida por emergencia de las unidades que están en operación, entonces se produce el déficit de generación.

“Hoy, en medio de toda esta situación, las dificultades no son mayores porque hay un grupo grande de ingenieros, técnicos y obreros que todos los días, mediante innovación, buscan y dan soluciones a muchos de los problemas que surgen en nuestra industria todos los días”, afirmó.

¿Cuáles son las causas de las averías que están ocurriendo en las unidades de generación?

Al intervenir en la Mesa Redonda, Edier Guzmán Pacheco, director de generación térmica de la Unión Eléctrica, señaló que la potencia instalada en los bloques térmicos es de 2 608 MW, distribuidos en ocho centrales termoeléctricas. 

En total, son 20 bloques de generación, de varias tecnologías o fabricantes, incluyendo el nuevo bloque de Mariel. Se dividen en 10 bloques procedentes de la antigua Unión Soviética, dos bloques japoneses, marca Hitachi; seis bloques de la antigua Checoslovaquia y un bloque francés, de Alstom, en la termoeléctrica Antonio Guiteras.

“Ahora se suma el bloque 6 de Mariel, cuya caldera fue construida en Eslovaquia y cuyo turbogrupo es de procedencia rusa”, precisó Gúzmán Pacheco.

“Estos bloques, desde su arranque hasta el día de hoy, tienen una edad promedio de 35 años, considerando el más viejo, Tallapiedra, con 49 años, y el bloque 6 de Mariel, que es completamente nuevo.

“La vida útil de un bloque térmico, así como de cualquier instalación industrial depende de varios factores, relacionados con las paradas, arranques, horas de explotación, procesos de calentamiento que sufren y que determinan una vida de aproximadamente 35 años. En algunas ocasiones, puede ser mayor, pero está en dependencia de varios factores”, dijo.

Entre los más importantes, mencionó la calidad de la tecnología utilizada por el fabricante en su diseño y construcción (por ejemplo, qué metales utilizó, cuáles fueron las tecnologías, las presiones y temperaturas con las que trabaja).

Igualmente, la calidad de la explotación y la disciplina tecnológica durante su operación en el control de los parámetros tecnológicos, en el rigor con el cual los operadores realicen las salidas, paradas y subidas de presión, temperatura, cómo mantienen los niveles y revisión del bloque.

En lo referente a este factor, el director de generación térmica de la Unión Eléctrica reconoció el trabajo de los operadores en medio de la pandemia, “pues muchos han tenido que doblar turnos de compañeros enfermos y otros han tenido que aislarse en el régimen de burbuja para que la covid no afecte el proceso de generación”.

Como otro factor que influye en la vida útil de estas instalaciones, se refirió al cumplimiento de los ciclos de mantenimiento y el rigor técnico durante su ejecución.

“Esta labor se hace considerando los criterios de los fabricantes, las prácticas internacionales y las experiencias de nuestros ingenieros. A partir de la utilización del combustible crudo cubano, con entre 7 y 8% de azufre, los ciclos de mantenimiento deben acortarse, por lo cual, aunque el diseño permitía mayor tiempo entre cada una de las paradas, ahora son más frecuentes por la agresividad del ácido sulfúrico y la alta corrosión en el interior de las calderas.

“Un porcentaje normal de azufre en el crudo está en los niveles de 1.5 o 1.2, y cuando tiene 3% ya se considera un porcentaje altamente sulfuroso, con tratamientos especiales que requieren de aditivos y una preparación inicial que incluye elevar la temperatura y tratamiento de los gases. Es muy agresivo sobre todo para las calderas”, apuntó.

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