Platt: “Enmendar la enmienda” (+audio)

Así como nuestra historia rebosa de luces que la iluminan, ciertas manchas quisieron oscurecerla sin éxito. Entre ellas notable importancia cobra aquel apéndice constitucional que viera la luz en los albores del siglo XX y cuyo doloroso legado pervive en la más oriental de nuestras provincias.

Aquel 2 de marzo de 1901 las renuentes acciones antianexionistas de Cuba sufrieron el embate del Congreso estadounidense al ser ratificada la Enmienda Platt como el más oportuno instrumento de dominación neocolonial.

Poco importaron aquellas tres décadas de sangre derramada en la lucha contra España. Estados Unidos movió sus hilos imperialistas y con los pretextos de simpatía y apoyo hacia Cuba como sus cortinas de humo, de forma calculadora escamoteó la soberanía de la Isla tanto a España como a los propios cubanos.

Ocho irrespetuosos artículos conformaron el insolente documento propuesto por el senador republicano Orville Platt, aprobado por el entonces presidente norteño William McKinley y secundado por el interventor Leonard Wood y donde, con evidente descaro, el gigante de las siete leguas se vanagloriaba del derecho de intervención en Cuba cuando lo estimara pertinente, así como la posesión y control del comercio, relaciones exteriores y bases carboneras en la mayor de las Antillas. Aún Guantánamo sigue presenciando el peso de la historia en la base naval que allí permanece injustamente.

Voces potentes como la de Salvador Cisneros Betancourt, Juan Gualberto Gómez y Manuel Sanguily no se hicieron esperar para proclamar su rechazo e inconformidad con la Enmienda siempre en pos de la independencia y soberanía de la nación cubana.

Mientras Cisneros acusó las embaucadoras, cínicas y engañosas actitudes de Wood y McKinley, Juan Gualberto Gómez condenó las cláusulas que aseguraban la jurisdicción, dominio y soberanía de Cuba no a sí misma, sino a los propios EE.UU. Sanguily igualmente encuentró una analogía entre varios gatos en disputa queriendo comer ratones y los deseos expansionistas del Tío Sam, alegando entonces que ningún país, bajo ningún concepto, tiene el derecho de comer o absorber a otro.

La Enmienda Platt poco a poco fue modificando, renombrando o incluso agrandando sus preceptos. Poco importó la llegada del triunfo revolucionario de enero de 1959. Este solo fue el impulso para que el gobierno vecino arreciara su poderío contra la pequeña Isla que lo enfrentaba.

Quedan remebranzas de Girón, la Crisis de Octubre, los ataques de la CIA, la Operación Peter Pan, las leyes Torricelli, Helms-Burton, la imposición y agudización del bloqueo económico, comercial y financiero, las nuevas medidas impuestas por la administración de Donald Trump y muchísimas otras muestras de la prepotencia de un gigante renuente a perder su batalla por el dominio mundial.

Y sí. Aquel marzo de 1901 marcó una dolorosa página, una triste mancha en nuestra historia pero que ha marcado un lacerante, ingenioso y audaz bregar de una Isla todavía inconforme con todo acto de dominación y siempre asediada por el orgullo con que pondera sus conquistas en pos de mantener su independencia, paz y soberanía.

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