Afirman los hombres de mar que en enero, febrero y marzo, pescador descalzo. El refrán tiene fundamento en que esta época del año resulta compleja para la captura de especies.
«Este tiempo empezó difícil. Mucho aire para las embarcaciones pequeñas que no nos deja desarrollar bien la pesca. En invierno siempre se dificulta la captura, pero a partir de mayo comienza la temporada buena, hasta agosto», reseña Ramiro Rivas, patrón de la embarcación Los Amigos, quien habitualmente entrega a la base entre 200 y 300 libras por salida.
La suya está entre las ciento cinco embarcaciones de pesca deportiva y una veintinena de chapines que tributan a la Unidad Empresarial de Base Pesca Cárdenas alrededor de treinta kilogramos diarios de caballerote, macabí o pargo, según la corrida.
Ante los exiguos niveles de pescado que llegan hoy a la industria, se diversifican surtidos para amortizar el plan de producción, que en el mes de febrero ascendió a las 42 toneladas 602 kilogramos, 2 toneladas por debajo del real planificado.
Amai Echevarría Amengor, jefa de Producción de la UEB Pesca Cárdenas, asegura que todas las alternativas están creadas, pues el propósito fundamental es que el alimento llegue a la población. «Cuando no se puede hacer medallón se hace picadillo condimentado, hamburguesa, perro caliente, estos dos últimos a partir de materia prima importada. Lo importante es mantener la distribución y cuidar el empleo de los trabajadores.»
En la planta de conformado 13 féminas garantizan la calidad del medallón de pescado. De forma manual alistan 40 toneladas mensuales con destino al consumo social de toda la provincia de Matanzas.
La jefa de la Brigada de Conformado, Tania Capote, destaca la valía de estas mujeres, a las que nombra heroínas anónimas por las horas extras de trabajo y la dedicación para que el producto enamore al cliente a primera vista.
La producción de alimentos es un imperativo para los yumurinos que impulsan también los trabajadores de la UEB Pesca Cárdenas.

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