Si de algo vive convencido Andrys Pérez García, joven promesa del béisbol cubano, es de que al éxito no se llega por obra de la suerte, sino que es resultado del esfuerzo y sacrificio de días, meses y años de trabajo, tal y como posteara el 14 de septiembre último en su perfil de la red social Facebook, tras conocer de su inclusión en la nómina del equipo Cuba a la Copa Mundial sub-23 años.
En honor a la verdad, el máscara de los Cocodrilos de Matanzas en la Serie doméstica recoge desde febrero de 2020 los frutos de su entrega en los diamantes beisboleros.
Primero hizo el grado al Panamericano de la categoría, celebrado en Honduras y Nicaragua, luego defendió el uniforme de las cuatro letras en la Copa del Caribe en Curazao y ahora se gana la posibilidad de lucir todo su talento en Sonora, México, en un evento de muchísimo más renombre.
Representar al país en un campeonato internacional es lo que sueña todo pelotero nacido en la Isla, dice a la Agencia Cubana de Noticias vía telefónica, justo al finalizar uno de los topes internos que desarrolla el elenco dirigido por Eriel Sánchez en el estadio Latinoamericano.
Pérez García, de apenas 20 años de edad, cuenta que ha ganado confianza en el aspecto ofensivo sin descuidar “su fuerte” que es la defensa, y que el equipo de modo general luce muy compacto, con un grupo importante de jugadores que constituyeron la base de la novena que consiguiera el subcampeonato regional.
Uno de ellos, Naikel Y. Cruz, compañero de Andrys dentro del plantel de los Cocodrilos, se ha convertido en una especie de hermano adoptivo para el natural de Guanábana, poblado ubicado en la periferia de la ciudad de Matanzas, un apoyo importante en los largos períodos de entrenamiento.
Naikel y yo somos uno, desde el año pasado pasamos mucho tiempo juntos y eso siempre reconforta, tener a alguien cercano para el apoyo mutuo, confiesa de quien pudiera convertirse en el tercer abridor de Cuba en el certamen mundialista.
También desde las redes sociales le ha llegado el aliento al campeón nacional de 2020, un gesto que agradece y le estimula para seguir creciendo: “Me dan mucha energía positiva los aficionados y trato de comentarles siempre que juego para ellos”, refiere.
Pero si de alguien se acuerda Andrys en los momentos de máxima felicidad es de la familia, en especial de sus padres Andrés Pérez y Zobeida García, a quienes debe todo lo que ha logrado en los terrenos de pelota.
Al preguntarle acerca del futuro, sobre la posibilidad de verlo en la selección antillana absoluta, el bisoño atleta se muestra optimista: “No sé si podré llegar, ni cuánto tiempo pudiera tardar en hacerlo, pero lo que es seguro es que me voy a esforzar y el esfuerzo siempre se premia”.

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