Bien temprano se levantó y no precisamente para entrenar. No iba con su pistola (por cierto, posee ahora la que usó Leuris Pupo cuando se hizo campeón olímpico en Londres 2012) y tampoco acompañada de su entrenador.
Laina Pérez, capitana de nuestra selección nacional de tiro deportivo, no solo es segura al apuntar a la diana, sino también a la hora de comunicar. ¿Estamos listos para empezar a escuchar sus confesiones, vivencias y opiniones?
“Empecé con 10 años en una academia de tiro de Jagüey Grande. Acompañé a una amiga del aula que la captaron para ese deporte y quedé enamorada de las armas, las balas, las dianas y el aplauso final cuando termina una competencia”, contó Laina sin la traición que provocan los nervios en una línea de fuego.
Con apenas 16 años llegó al equipo nacional juvenil y se desprendió de su terruño matancero al que vuelve una y otra vez en botella o con la ayuda de muchos admiradores. Dos años más tarde, en sus primeros Juegos Centroamericanos y del Caribe, Cartagena 2006, consigue su primer título a este nivel en una prueba que puede relatar de memoria.
“Fue un oro sufrido, a nivel Dios, como decimos en el tiro. Entré empatada a la discusión de medallas con otra atleta y fue tanta la presión y los nervios acelerados que hubo un momento en la final que pedí permiso para salir, algo que nadie hace en esa instancia.
“La cancha era muy pequeña, estaba atestada de público y no veía a mi entrenador Vicente, quien se hallaba atrás de toda esa gente. Levantó la mano y fui a verlo, pero no pude hablar, solo llorar y llorar, hasta que regresé a la competencia y seguí. En cada disparo lloraba, pero logré la medalla de oro. Fue un título en medio de un mar de lágrimas”, recuerda ahora con una sonrisa de nostalgia.
Para la graduada en Psicología y con una facilidad enorme para los idiomas (sabe inglés, francés y estudió coreano) toda una vida dedicada al deporte le permite evocar más instantes alegres que tristes. Y por supuesto, los Juegos Panamericanos de Lima 2019, en los que se colgó par de doradas (individual y mixto) es un punto infaltable, pues además alcanzó su primer boleto olímpico.
“El campo de tiro de Lima me encanta. Tiene la luminosidad que me gusta y he ganado allí triunfos inolvidables. No solo fue Laina, el tiro deportivo cubano estuvo inmenso en esos Juegos y como capitana me sentí orgullosa de los muchachos, que se crecieron con todas las limitaciones de siempre (pocas municiones, bases de entrenamiento y competencias).
Evidentemente en la conversación no puede faltar el gesto que se hizo viral en redes sociales durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2022, cuando devolvió una presea de bronce que por reglamento le otorgaron, pero que en realidad le pertenecía a la mexicana Alejandra Cervantes.
“Pensé que eso ya había sido borrado o cambiado, y en cuanto me dieron la medalla se la di a ella porque no era ético ni justo. La dimensión quizás vino porque hay muchos que no lo hacen y porque alguien lo grabó y compartió en redes sociales. Solo hice lo que aprendí de mis padres y entrenadores: es tuyo lo que te ganes de verdad”.
Con muchas incertidumbres aún de si podrá o no terminar este ciclo olímpico (2025-2028), la también diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular no rehuyó los tiros actuales referidos a las condiciones de entrenamiento de esta disciplina.
“Estamos muy afectados. Tenemos la cancha de 10 metros que afortunadamente cuenta con 10 blancos electrónicos donados por la Federación Internacional. En esa podemos entrenar con los requerimientos necesarios, pero ya casi no tenemos perle y estamos enfocados en la clasificación centroamericana que será en El Salvador dentro de unos meses.
“Se trabaja en hacerle una adaptación a esa para entrenar los 25 metros, sin embargo, con las balas estamos en cero porque el tema bloqueo de Estados Unidos impide comprarlas. También hay que decir que la cancha de 50 metros está destruida y que hay robos constantes en el campo de tiro”.
Intento hurgar finalmente en esa familia que ha sido su sostén y los ojos se humedecen por la partida de su padre hace dos años de manera repentina, aunque su madre continúa siendo el horcón donde sostenerse. “La abrazo cada fin de semana y recibo fuerza, ternura, optimismo”.
Laina Pérez no es quizás de nuestras más mediáticas deportistas, pero hay tanta sinceridad en sus disparos; tanto sacrificio y amor al deporte; tanta cubanía en sus palabras que merece aplausos de trueno, esos que aprendimos a dar no cuando llueve, sino cuando es humana y grandiosa la obra realizada, capaz de estremecer corazones. Tal y como lo ha escrito Laina Pérez.

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