La verdadera historia de Chamaquili

 

La discreta brisa apenas llega el amplio salón donde lidera un inusual silencio. Para las mayorías no es desconocido el dinamismo que hace 30 años se suele respirar en la amplia casona de la compañía infantil de teatro La Colmenita. Ahora la covid-19 ha impuesto condiciones especiales, las cuales, lejos de extrañar a Lucas Baños Alvariño, lo motivan a divertirse de otra manera.

Una pícara sonrisa le achica los ojos mientras dice: “Ese bicho malo está haciendo mucho daño, lo dicen mis mapás. Aunque solo tengo cinco años ayudo a combatirlo. En la televisión juego a ser Chamaquili, hablo por teléfono con mis amigos Iván Luis y Carmita, les decimos a las personas que se protejan, usen la mascarilla. No le tenemos miedo ni al pinchazo ni a la vacuna, queremos ser los primeros en vacunarnos, pero debemos esperar. Mi hermanita Ana Lucía participa a veces en el juego, pero ella quiere todos los juguetes, no comprende que debemos ser disciplinados, compartir los buenos consejos. Como la periodista y el fotógrafo quieren escuchar la verdadera historia de Chamaquili, pido ayuda para contarla, ahora voy a grabar en el estudio. Silencio….”

El don de imaginar

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Claudia Alvariño (Muma), actriz y codirectora artística de La Colmenita, bien entrenada en el trabajo creativo diario, ansiosa por hacer algo contra la covid-19 le pidió apoyo al escritor y repentista Alexis Díaz Pimienta, quien de inmediato aceptó la idea.

Él cuenta en exclusiva para BOHEMIA: “Ella es la ‘culpable’ de esta aventura. Conoce desde hace muchos años los libros de Chamaquili, el niño poeta. Un día me preguntó vía WhatsApp si no había escrito ningún poema sobre la pandemia. Le dije la verdad, que no. Entonces me habló de un niño pequeño que estaba lleno de preguntas. Le pedí algunas de sus preocupaciones, las frases más graciosas. Y mandó una o dos de Lucas, su niño, el actual Chamaquili televisivo, y una de Damián, otro pequeñito de la familia de Carlos Alberto (Tin) Cremata.

“Eso me bastó. Fueron como pies forzados. Inmediatamente escribí los dos primeros poemas en el teléfono, entre las dos y las cinco de la mañana: Chamaquili y la pandemiaChamaquili y el coronavirus. Ya no pude parar. Fue como un arrebato. Terminé un libro entero, el más extenso de la colección, con 50 páginas. Pero ha seguido creciendo, ya voy llegando a las 90, así que lo voy a dividir en dos partes para que no sean muy voluminosos. Con la literatura soy un poco obsesivo. Te cuento por qué cuando comienzo una novela lo dejo todo. Aunque no está físicamente en el ordenador, sigo trabajando en mi cabeza hasta terminarla. El tema de Chamaquili es tan actual y todos los Lucas están tan llenos de preguntas.

“Me enamoré del libro. Me reí y divertí mucho. Chamaquili es el personaje que más disfruto de todos los que he creado. Me da lecciones, de él aprendo mucho. Mi mayor lección: que hasta en las situaciones más adversas de la vida, la ternura, el amor y el humor son grandes salvavidas”.

¿Qué siente al verlo en pantalla?, pregunto.

“Emoción, sorpresa, me ha arrancado sonrisas, carcajadas y lágrimas Necesito mi dosis de Chamaquili antes de dormir, veo las cápsulas por la madrugada antes de que las envíen al canal. Es tan perfecto lo que hace el pequeño Lucas, es tan real, tan exacto, es como si yo hubiera escrito los poemas pensando en él, en su tono de voz, su estilo, sus gestos. Y luego está todo el trabajo de Muma, el cuidado en los detalles, el colorido, los planos, el ritmo en la edición.

“Este volumen específicamente está dirigido a la familia cubana. Pero el Chamaquili de mis libros es más universal. El personaje original es cubano-andaluz almeriense-habanero, como mi hijo Alejandro, que fue mi inspiración. Con él intento captar la inocencia infantil, el desenfado, la picardía, la alegría vital de los infantes. Es poesía para niños, hecha desde la voz y la mirada de los propios niños. Para que incorporen la poesía a su forma de interpretar el mundo. Para que descubran y despierten el poeta que todos llevan dentro. Para que amen el lenguaje. Para que se concilien (no que se reconcilien) con el lenguaje.

“Ya se han publicado, por ejemplo, Chamaquili en La Habana y Chamaquili en Almería. Pero están terminados también Chamaquili en Nueva York y Chamaquili en China. Ahora me escriben por las redes sociales algunos lectores de otros países pidiéndome que escriba Chamaquili en Inglaterra, en México, en Polonia, en Canarias o en Medellín. Una bonita locura o aventura y una gran sorpresa, típica del mundo global en que vivimos. Lo haré, claro. Me emociona mucho ver la vida a través de los ojos de un niño pequeño.

“El hecho de que estos textos les estén llegando en un formato no habitual (cápsulas televisivas) no nos puede hacer olvidar que estamos hablando de literatura y llevándola a los pequeños. Chamaquili y la pandemia, más allá del impacto social que ha tenido como video-poemas, es una novedosa apuesta de promoción literaria para edades tempranas. Es poesía dramatizada, porque el tipo de poema narrativo, o cuasi narrativo, de estos volúmenes lo permite. Los 10 libros de Chamaquili publicados tienen el mismo tono. Y los 12 que quedan inéditos, también”.

En especial le place realizar esta labor con La Colmenita. Agrega: “Yo la vi nacer. Y no es una metáfora. El 14 de febrero de hace unos 30 años cuando desperté, Carlos Alberto Cremata todavía estaba allí. Vi nacer a La Colmena, primero, y a La Colmenita después. Son mis héroes. Cremata ha hecho tanto por la cultura cubana, por los niños y los adultos de nuestro país, que si no existiera habría que inventarlo. Todas las personas que han pasado por allí son un tilín mejores y ya esto basta. Los colmeneros son unos clásicos y a la vez unos modernos y unos vanguardistas y unos futuristas. Va de Martí a Shakespeare y de este a los hermanos Grimm, pasan por Cervantes y doblan en Andersen, luego tiran por Dora Alonso y terminan en Pimienta.

“He tenido la suerte de trabajar mucho con ellos. Están montando varias obras mías: La indignación de las mariposas (teatro musical en verso), El extraño caso del niño al que acusaron de morder la luna (novela), Chamaquili y la pandemia (poesía). Qué te puedo decir. Soy un afortunado y un absoluto fan de todos. Como dicen que en la vejez se regresa a la infancia, ahí aprovecharé: haremos El principito y pediré hacer de la boa que se traga al elefante”.

Pasión imperecedera       

La metodología aprehendida por Muma le ha permitido entrenar a los colmeneros. “En casa filmo las imágenes y monto la voz de Lucas que grabamos en el estudio de La Colmenita. Él dobla lo que ya grabó, después edito el material en el teléfono. La tarea es difícil porque mis hijos demandan atención. Hemos asumido una tremenda responsabilidad. Nunca imaginé la repercusión que tendría este trabajo. Incluso el doctor Francisco Durán García, jefe nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, ha dicho: son los mejores mensajes de aliento y educación que están llegando a nuestro pueblo”.

Por su parte, Carlos Alberto (Tin) Cremata comenta: “El libro de Chamaquili me ha devuelto la vida. Al parecer teníamos las musas de vacaciones y hemos retomado la maravilla de crear en familia. Muma ha sido una revelación. Se formó aquí y después estudió actuación en el Instituto Superior de Arte, ese bagaje le ha sido útil. Para nosotros unir la cultura y la infancia es muy provechoso. Vivo convencido de que el mensaje de alegría y optimismo expresado por el niño crea una química especial con otros de su edad.

“Cuando propusimos el proyecto en la televisión lo acogieron de inmediato. La labor de conjunto entre la Colmena y la TV nos satisfizo. Aunque soy un creador teatral, conozco el medio televisual porque así lo propició mi madre, Iraida Malberti.

“La Colmenita no es una escuela de arte, sino un espacio donde vienen los niños, a las 4:30 p.m., a jugar al teatro, la música, la danza. Tienen que alternar el disfrute teatral con las tareas de la escuela, eso exige disciplina, dedicación”.

Desde muy cerca lo escucha Lucas, quien se divierte al oír el tema de Chamaquili: “La música es de mi papá René Baños. Me gusta escucharla. ¿Y a ustedes? Bueno, lo más importante es acabar con ese bicho que tiene coronas por todas partes. Quisiera decirle tantos nombretes que hasta se acomplejará: Bichomalo, Bicharraco, Microtonto, Satanás, Momia invisible. Falso rey del más allá”.

Baja el telón y seguimos compartiendo la satisfacción de un equipo creativo que lucha por la vida al cultivar la pasión del arte.

Tomado de Bohemia

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