Es necesario vigilar los síntomas de alarma de estas arbovirosis en el caso del dengue por la gravedad que causa en las personas.
«Matanzas es la provincia más complicada con las arbovirosis”, se escucha en la calle. En las colas de las tiendas, los bancos y hasta en Etecsa no se habla de otra cosa que no sea de dolores que parecen quebrantar huesos, fiebres casi imposibles de contener y de un rash invasor aparecido hasta en la planta de los pies.
Quizá sea Matanzas epicentro, quizá no. Si de algo estamos claros es de que el mosquito de regionalista no tiene un ala y le encanta viajar, igual que a nosotros, que a veces empacamos, sin darnos cuenta, Chikungunya en las maletas y lo traemos desde el otro lado del mundo, o lo exportamos desde aquí —también sin querer— hacia otras regiones.
Pero la provincia sí está complicada. Eso no es secreto para nadie. Se nota en el caminar de su gente, adolorida o con el pensamiento en aquel que libra una batalla contra cualquiera de estos virus en un centro asistencial de la Salud. Se percibe en el quejido del barrio; en la preocupación de los unos por los otros, del vecino que comparte lo mucho o poco que tiene con el enfermo más cercano.


Se aprecia en los hospitales, que articulan estrategias ante tanta demanda de sus servicios, y multiplican camas; su gente dobla turnos y trabaja sin descanso. Sí, sin descanso. He visto técnicos de ultrasonido ponerse un suero y seguir en la pelea porque se saben imprescindibles, y médicos calmando el dolor de sus huesos con paracetamol para recobrar la vitalidad y enfrentar las salas tan llenas. Conozco de galenos laborando aun cuando en casa no queda un familiar sano.
Lo complicado se evidencia en el protagonismo del doctor Francisco Durán, quien volvió a las pantallas, como lo hiciera en tiempos de pandemia, para recordarnos que nuestro actuar es decisivo para ganar. Aunque se lleve la mayor parte, no le corresponde solo a Salud y sus bazucas, a Comunales con sus camiones —que inevitablemente tienen que “ponerse más las pilas”—, ni solo a los directivos que deben hacer magia distribuyendo los recursos. También nos toca a todos mantener nuestro patio limpio, la hierba cortada, los recipientes tapados…

Urge, asimismo, que se gestionen bien las pesquisas y la fumigación con lo poco con que se cuenta, y que organizaciones del pueblo como los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas se movilicen en torno a sanear espacios que hoy son focos potenciales de vectores.
Una alerta más: no podemos quedarnos en casa ante signos de alarma (dolores abdominales, sangre que escapa por alguna hendija del cuerpo, vómitos que aparecen bruscamente, cuerpos que se precipitan hacia el suelo como si se quedase sin fuerza).

Matanzas está complicada, sí, mucho. Cada uno de sus territorios libra su propia batalla contra las arbovirosis. Pero que nadie olvide que vencimos la covid, un demonio potente que se ensañó con la provincia y la llenó de números rojos. Pudimos entonces y podremos ahora. Lo haremos con cohesión, dando el paso firme desde todos los frentes, porque en la unidad, como se ha demostrado otras tantas veces, está la fuerza.
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