En los últimos días, tras el anuncio de medidas necesarias pero impopulares en el ámbito de las telecomunicaciones en Cuba, se ha observado un intento deliberado de manipular a la juventud universitaria para desatar protestas antigubernamentales.
Estas acciones, lejos de ser espontáneas, forman parte de una estrategia de guerra no convencional permanente a la que está sometida Cuba, que busca en este caso aprovechar la insatisfacción legítima de los jóvenes para exacerbar los ánimos con fines desestabilizadores.
Recientemente, la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) anunció ajustes en sus servicios, una decisión que, responde a la necesidad de garantizar la sostenibilidad del sistema en un contexto económico adverso, agravado por el recrudecido bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos. Estas medidas, han generado insatisfacción e incomprensión entre la población, especialmente entre los jóvenes universitarios, quienes, como ellos mismos han planteado a las autoridades, necesitan Internet para sus estudios, comunicación y acceso a información.
La Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) rechazó la manipulación mediática y los intentos de alterar la normalidad de la vida universitaria, resaltó la necesidad de respetar la importancia del proceso docente educativo en medio del contexto actual. Por su parte la Secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) hizo un llamado a no permitir confusiones y salvaguardar la unión de los jóvenes con la Revolución, preservando la Universidad como “casa del pensamiento crítico, pero también baluarte de la soberanía de Cuba”. Todo esto en respuesta al lanzamiento en las redes sociales de convocatorias a manifestaciones “pacíficas” estudiantiles que, bajo el pretexto de exigir mejores condiciones, están siendo promovidas desde el exterior. Estas convocatorias, falsas o exageradas, surgen con el único fin de utilizar a la juventud como punta de lanza contra la propia institución docente que la forma y contra el gobierno.
Estos falsos llamamientos son un elemento clave en esta estrategia de manipulación. Se difunden de forma intensiva a través de plataformas digitales, aprovechando la conectividad que, irónicamente, el propio gobierno cubano ha trabajado por expandir a pesar de las limitaciones económicas. Mensajes alarmistas, rumores de supuestas represiones, narrativas para exagerar las dificultades y proclamas con discursos confortativos negando la posibilidad de dialogo, buscan generar un clima de máxima tensión y desconocimiento hacia las autoridades.
Las acciones descritas, forman parte de lo que se conoce como Guerra Híbrida o de Quinta Generación, estrategias modernas que combinan herramientas no convencionales, como la desinformación y la manipulación psicológica, para desestabilizar sociedades, naciones, gobiernos y propiciar cambios de regímenes. En el ámbito de las redes sociales, son utilizadas como cajas de resonancias con tácticas perfeccionadas para influir en la opinión pública y generar movimientos controlados desde el exterior.
La guerra de Quinta Generación se centra en la manipulación de la percepción, donde el campo de batalla fundamental es el cerebro humano. La juventud cubana, es un objetivo priorizado, aprovechando las características psicológicas de la edad del desarrollo en que se encuentran, donde se produce una búsqueda y consolidación de la identidad, un desarrollo cognitivo que transita desde el pensamiento concreto hasta alcanzar un nivel abstracto, emotividad intensa e impulsividad que pueden ser explotados para acciones de alto impacto mediático. Además, una concepción del mundo marcada por su idealismo y compromiso con causas sociales, políticas o ambientales, su deseo de autonomía y rechazo a la autoridad, los hacen propensos a cuestionar normas establecidas.
La manipulación de la juventud universitaria no solo se basa en la desinformación, sino también en la explotación de estos factores psicológicos, que hacen a este grupo particularmente vulnerable. Están expuestos a un bombardeo informativo con contenidos que movilizan sus necesidades, aspiraciones y apelan a sus frustraciones, mientras se les presenta o instala una visión distorsionada de la realidad. Este enfoque no solo manipula su percepción, sino que también busca desmovilizarlos de los canales oficiales de diálogo y participación, llevándolos a actuar en función de los objetivos de influencia propuestos.
Se emplean técnicas como el «astroturfing», que consiste en simular un movimiento social espontáneo cuando en realidad está orquestado; o el uso de «influencers» y líderes de opinión que, consciente o inconscientemente, promueven agendas extranjeras. Estas estrategias buscan fragmentar la unidad social, erosionar la confianza en las instituciones y polarizar opiniones.
Uno de los aspectos psicológicos clave es el fenómeno de la presión social y su efecto. Las plataformas digitales amplifican las voces que incitan a la protesta, creando una ilusión de consenso que puede llevar a los jóvenes a sentirse, mediante el contagio emocional, obligados a participar para no ser percibidos como indiferentes o cobardes. Además, la frustración acumulada por las dificultades económicas y las limitaciones impuestas por el bloqueo genera un estado emocional de alta sensibilidad, donde los mensajes que apelan a la indignación encuentran eco rápidamente. La narrativa de que «el gobierno no escucha» o «la Revolución ha fracasado» apela a las emociones de impotencia y enojo, buscando erosionar la confianza de los jóvenes en el proyecto revolucionario.
Otro factor psicológico importante es la percepción de anonimato e impunidad que ofrecen las redes sociales, lo que puede llevar a los jóvenes a compartir o apoyar convocatorias sin reflexionar sobre su origen o consecuencias. Esta falta de análisis crítico, combinada con el deseo de ser parte de un movimiento colectivo, crea un terreno fértil para la manipulación.
La juventud, por lo antes plateado, ha sido empleada en no pocas ocasiones como motor de arranque en procesos de “democratización”. Las llamadas “Revoluciones de Color”, tácticas empleadas en varios países para derrocar gobiernos mediante protestas aparentemente espontáneas, han tenido muchas veces al sector universitario como blanco principal de sus acciones.
Ejemplos claros de este tipo de influencia directa sobre la juventud, se observan en eventos recientes de la historia: en 2019 se producen manifestaciones estudiantiles en Hong Kong que luego terminaron en masivas protestas sociales en lo que fue posteriormente conocida como la “Revolución de los Paraguas”; ese mismo año se produjo el llamado «Hirak Argelino» con levantamientos de jóvenes estudiantes contra el gobierno de Abdelaziz Bouteflika; en 2011 ocurren los estallidos universitarios contra el gobierno de Hosni Mubarak, estos dos últimos ejemplos como parte de la llamada “Primavera Arabe”.
En Latinoamérica, podemos señalar el “espontaneo” surgimiento en 2007 del “Movimiento Estudiantil Manos Blancas” en la juventud universitaria de Caracas que, movido “contra la censura”, participó en manifestaciones contra el gobierno de Hugo Chávez. Y el caso más notable es el de Serbia en el 2000, con el movimiento Otpor, que “organizó” a la juventud para derrocar a Slobodan Milošević, utilizando tácticas de desobediencia civil y protestas masivas, también apoyadas por fondos externos.
Es fundamental reconocer que en nuestro país, la Revolución Cubana, siempre ha confiado en su juventud. Los jóvenes han sido y seguirán siendo protagonistas de los logros más importantes del proceso revolucionario, como la Campaña de Alfabetización, la Victoria de Girón y todas las tareas que han continuado la marcha hasta nuestros días. Es legítimo y positivo que expresen sus opiniones, que señalen lo que consideran injusto y que propongan soluciones. El gobierno cubano valora este espíritu crítico y está comprometido a escuchar y trabajar junto a ellos para superar los desafíos actuales, y así lo han expresado las máximas autoridades.
Sin embargo, no permitiremos que la juventud sea manipulada por agentes externos que buscan destruir lo que generaciones de cubanos han construido. La Revolución no tolerará que se utilice a nuestros estudiantes como punta de lanza para movimientos de revoluciones de color que solo sirven a los intereses del imperialismo. En este momento crítico, toca ir a la reflexión, a la unidad, a estar alerta frente a las maniobras manipuladoras y sobre todo a la comunicación. NO permitamos que nos vengan a confundir!!
(Tomado de Mi Cuba por Siempre)