Historias de vida de nuestros educadores (+audio)

En una fecha tan significativa como el 22 de diciembre, Día del Educador Cubano, cuanta satisfacción produce conversar con uno de esos hombres que desde muy pequeño tenía muy claro la labor que deseaba para su futuro. Graduado de maestro en el año 1969 en Tarará José Manuel López Hernández, actual profesor de Matemática en la Institución Educativa Centro Mixto Hermanos Almeida de Agramonte, expresa con orgullo ser natural de las lomas de San Antonio de Cabeza perteneciente al municipio matancero de Unión de Reyes.

Con más de medio siglo dedicados al magisterio, este sencillo hombre merecedor del Premio Especial del Ministro y la Medalla por la Educación Cubana posee una amplia hoja de servicios que inicio en la Escuela Formadores de Maestro de Varadero donde permaneció por espacio de dos años hasta que logro su traslado para Unión de Reyes donde fue seleccionado para cumplir misión internacionalista en Guinea Ecuatorial desde 1973 hasta 1975 incorporándose a su regreso al Plan de Escuelas en el Campo de Jagüey Grande lugar donde asentó su domicilio actual y una larga trayectoria como docente en la enseñanza media y preuniversitaria con alumnos matanceros y de las provincias orientales.

Pero la labor de este experimentado maestro no se limitó sólo a impartir clases, sino que durante varios años integró el colectivo de trabajadores de la Dirección Municipal de Educación donde atendió los Institutos Politécnicos, los Preuniversitarios en función de las pruebas de ingreso hasta que obtuvo su jubilación siendo profesor del Preuniversitario Urbano de Jagüey Grande.

Luego de su jubilación a los 65 años, no pasó mucho tiempo para que José Manuel se percatara de que aún corría por sus venas sangre de educador y acudió al llamado del sector para reincorporarse nuevamente a impartir clases dada la necesidad de maestros existente en el territorio.

Historias de vida de nuestros educadores (+audio)

Nuestro entrevistado manifiesta que lo más importante para su vida personal y laboral siempre ha sido recorrer las calles de la ciudad y observar con extrema alegría y regocijo a las generaciones de compatriotas que fueron en algún momento sus alumnos y los contempla hoy como profesionales o desempeñándose en cualquier otra actividad técnica, útil y productiva para el país. Eso, -recalca- le profesa tremenda alegría y emoción.

Luego de recordar con cierta nostalgia y respeto un innumerable grupo de maestros que fueron en algún momento sus compañeros pero que aún no están físicamente José Manuel no quiere terminar esta pequeña historia de vida sin felicitar a todos los educadores cubanos y de manera especial aquellos que en algún momento fueron sus alumnos y hoy también ejercen esta hermosa y noble labor.

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