Lo que el motor pequeño de la Revolución había puesto en marcha ya estaba en la Sierra Maestra, desde diciembre de 1956, tras la difícil travesía del Granma. Al núcleo guerrillero se le habían sumado más patriotas decididos a consumar el sueño martiano de la definitiva independencia de la Mayor de las Antillas.
Tanto en la Sierra Maestra como en el llano, se gestaban hechos demostrativos de que la lucha se encauzaba. Para contrarrestar ese movimiento nacional-liberador, la tiranía de Fulgencio Batista desplegó efectivos y reforzó guarniciones hasta en los sitios más intrincados.
Con Fidel a la cabeza, tras ocho horas de camino y justo a las 5:15 de la madrugada del 28 de mayo de 1957, los rebeldes dieron el primer disparo «del fusil de mirilla telescópica que yo utilizaba, dirigido al equipo de radio de la guarnición. Tras aquel disparo, decenas de balas cayeron sobre el puesto de mando enemigo. El adversario no supo, por eso, que su guarnición estaba siendo atacada», describiría, luego, las acciones del cuartel de El Uvero, ubicado donde son más altas las montañas de Cuba y en las cuales imperaban –junto a los desalojos y vejaciones a los campesinos– la insalubridad y el analfabetismo.
El Comandante en Jefe destacó: «nuestros hombres tomaron por asalto cada posición, avanzando sobre las balas y combatiendo largamente. Todo lo que se diga sobre la valentía con que lucharon, no acertaría a describir el heroísmo de nuestros combatientes (…) El capitán Almeida (Juan) dirigió un avance casi suicida con su pelotón. Sin tanto derroche de valor no hubiese sido posible la victoria».
El General de Ejército Raúl Castro Ruz afirmaría que Almeida se constituyó en el alma del combate, al tiempo que Ernesto Che Guevara –entonces médico de los rebeldes– dio contundentes indicios de que también tenía la valentía de un guerrillero. Tal es así que, en su diario, calificó la acción como la que marcó la mayoría de edad del Ejército Rebelde.
Los hechos hablaron por sí mismos: de los 53 integrantes del ejército batistiano, 46 resultaron bajas (11 muertos, 19 heridos y 16 prisioneros). Fidel, en una carta a Frank País, manifestó que ocuparon numerosas armas, entre ellas rifles Garand y Browing, así como gran cantidad de parque.
Por el Ejército Rebelde cayeron los tenientes Julio (Julito) Díaz González –quien fuera asaltante al Moncada y expedicionario del Granma–, Emiliano Díaz Fontain, y los guerrilleros Gustavo Adolfo Moll, Francisco Soto Hernández, Anselmo Vega, Eligio Mendoza y Rigoberto Cilleros, quienes, como los mártires del 26 de Julio, «no están ni olvidados ni muertos».
El entonces capitán Juan Almeida Bosque resultó herido, al igual que otros valiosos compañeros. Ese mismo día, al norte de la antigua provincia de Oriente, la dictadura asesinó a 16 prisioneros del frustrado desembarco de la expedición del Corynthia.
Hoy, en El Uvero, hay escuelas, consultorios del médico y la enfermera de la familia, y la demarcación del consejo popular homónimo ha sido objeto de un proceso de transformación integral. Sus más de 4 000 personas han sido protagonistas de la renovación de la infraestructura –creada desde el mismo triunfo de la Revolución–, de manera especial en la Casa de la Cultura, el policlínico, la casa de abuelos, la farmacia y la panadería, también en las industrias locales.
Pero, cual tesoro muy valioso, conservan el monumento que recuerda aquel combate que estrenó las victorias rebeldes, que tras el triunfo de enero han proseguido, también en medio de muchas adversidades, por todo el pueblo de Cuba.

Granma es un periódico cubano fundado en 1965, que es el órgano del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Su nombre proviene del yate que transportó desde México a Fidel Castro y otros 81 rebeldes a las costas cubanas en 1956, dando inicio a la Revolución Cubana.