¡Cuán significativo es que la XXX Feria Internacional del Libro en Matanzas se dedique a tres poetas: Carilda Oliver Labra, Jesús Orta, el Indio Naborí, a quien consideramos nuestro y Rolando Estévez Jordán! Esta nominación resulta evidencia del gran desarrollo literario alcanzado, a partir de un antecedente extraordinario, ser la cuna del bardo matancero Bonifacio Byrne Puñales, primero proclamado Poeta Nacional, quien inscribiera por siempre su poema Mi bandera en el corazón de los cubanos.
Byrne nació en la Atenas de Cuba el tres de marzo de 1861 y su trayectoria resalta dentro de las máximas categorías de hombre de letras y revolucionario.
Reseñan los historiadores que obró dentro de Cuba y en el exilio en Estados Unidos, a favor de la independencia en la última etapa de la lucha contra el colonialismo y ayudó a preparar la campaña del 95 junto a José Martí. Colaboró en el Periódico Patria, El Porvenir y en El Expedicionario
Adquirió fama en su condición de escritor y periodista desde la adolescencia cuando en 1890 fundó dos periódicos y escribió su primera poesía.
Vale señalar que el poema “Mi bandera” fue escrito el mismo día de su llegada a La Habana el cuatro de enero de 1899, no más bajarse del vapor Mascotte, procedente de Tampa, Estados Unidos, donde vivió exiliado a partir de 1896 por motivos políticos.
La visión de la bandera cubana ondeando junto a la de la fuerza interventora norteamericana, le produjo una terrible pena. Y por supuesto, pensó en todo lo que ello significaba no solo como afrenta, sino también en la pérdida de la libertad y la soberanía alcanzada en la manigua por el pueblo.
Se considera que el canto patriótico, devenido alegato político, solo pudo hacerse público meses después en un periódico matancero. Es indiscutible que el contenido de sus versos ha signado el espíritu antimperialista de los cubanos dignos desde hace más de un siglo.
Su obra literaria es extensa, entre cuyos títulos destaca Excéntricas, que recibió una entusiasta crítica de Julián del Casal, quien opinó que había «…interrumpido el tono monótono de la poesía cubana…» con una creación vivaz y novedosa, sin innovaciones métricas, pero desenfadada y diestra en la versificación, así como resaltaron sus libros Efigies, Sonetos patrióticos, Lira y espada, Entre los míos y El sueño del esclavo.
Fundó además en las primeras décadas del siglo XX el periódico El Yucayo y colaboró en las publicaciones periódicas La Primavera, El Ateneo, Diario de Matanzas, El Fígaro y La Discusión. Fue declarado Hijo Eminente de Matanzas en 1915.
Fue distinguido con lauros en los Juegos Florales de Sancti Spíritus en 1916 y en Matanzas en 1934. Integró el grupo Índice en 1935 y llegó a ser socio de la Academia Nacional de Artes y Letras.
Su obra dramática exhibe títulos como El anónimo (1915), Varón en la puerta (1905), El legado (1908), y Rayo de sol (1911), la mayor parte publicadas.
Dicen que no pudo terminar la novela Hijas y yernos, el libro de cuentos Letra menuda y la colección de poemas Voces del alma, por su quebrantada salud. Falleció en su ciudad natal a los 75 años el 5 de julio de 1936.
Cuando leemos versos en la casa o escuchamos a nuestros poetas declamar sus obras, no deja de llegarnos en un soplo invisible, el aliento de aquel lírico honrado y valiente que con su pensamiento expresó el amor por Cuba y su verdadera esencia soberana.

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