n estos ocho meses de ejecución de este reordenamiento —pospuesto durante casi una década— la economía y el presupuesto enfrentan el impacto de la devaluación del peso cubano frente al dólar estadounidense y el acelerado incremento de costos y precios.
De acuerdo con Rodríguez, el tiempo en economía es clave: lo que es bueno hoy no lo fue ayer y no lo será mañana. La reciente aprobación de las mipymes, por ejemplo, es una decisión asumida hace un lustro; las cooperativas no agropecuarias comenzaron su apertura en 2013 y durante estos siete años vivieron un proceso de experimentación.
En este sentido, Rodríguez evocó las palabras de Fidel el 17 de noviembre de 2005 desde el Aula Magna de la Universidad de La Habana: “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos (los americanos); nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”.
Cuatro décadas de trabajo privado
El especialista en Relaciones Económicas Internacionales argumentó que el sector privado urbano —porque existe un sector privado campesino que permanece desde la Ley Reforma Agraria, firmada en mayo de 1959— comenzó en el año 1978, con el Sistema de Dirección y Planificación de la Economía.
Esa política, detalló el académico, viene de los acuerdos del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en 1976, y fue definida por Castro en el informe central de esa reunión como una práctica socialista europea, la cual debía adaptarse a las condiciones cubanas, con mucho cuidado y criterio conservador.
“¿Qué pasó? No hubo un control adecuado vía impuestos de los ingresos de las personas y no existió competencia en el mercado para neutralizar los altos precios que empezaron a predominar, sobre todo, en la producción agropecuaria. Por ello la medida cesa en 1986, si bien permanece un pequeño grupo de trabajadores por cuenta propia”, apuntó Rodríguez.
A la altura de 1993 existían alrededor de 30.000 a 40.000 representantes de ese sector en el país, especialmente, transportistas privados (taxistas, camioneros). La crisis financiera de esa época, tras la desaparición del socialismo en Europa, y la caída del producto interno bruto en casi 35% entre 1989 y 1993 generó una brutal contracción de la actividad económica y del empleo.
Rodríguez, que fue ministro de Finanzas y Precios de 1994 a 1995 y ministro de Economía y Planificación de 1995 a 2009, apuntó que, como consecuencia de lo anterior, la mayor de las Antillas autorizó nuevamente el trabajo privado urbano como una alternativa de empleo y de ofertas relacionadas con servicios y productos, en su mayoría gastronómicos, para aliviar la situación.
En esa etapa, Cuba debió incorporar otras iniciativas urgentes como la reorientación del comercio exterior, inicialmente hacia otras naciones de Europa y Asia, y luego destinado a América Latina, la apertura de la inversión extranjera directa y la renegociación de la deuda externa.
Desde esos años, el turismo se convierte en el sector fundamental encaminado a la recuperación económica del país; se adopta la dualidad monetaria —recientemente eliminada— para evitar la devaluación del peso cubano y, que trajo aparejada la segmentación del mercado interno en empresas que operarían en dos monedas diferentes, y la entrada de remesas procedentes, en su mayoría, de Estados Unidos.
Ya en 1995, la cifra de cuentapropistas superaba los 200.000. No obstante, siempre fue concebida como una medida emergente con una mayor apertura tras la incorporación del alquiler de viviendas y la creación de mercados agropecuarios, con precios fijados mediante la oferta y la demanda.
Después empezaron “una serie de órdenes restrictivas, en paralelo a la detección de errores” que no fue mediante disposiciones administrativas, sino con la adopción de medidas económicas, indicó Rodríguez. “Con la crisis mundial de 2008, Cuba reconsideró los factores de crecimiento de la economía”, indicó.
En 2011 empezó el diseño del llamado “Proceso de actualización del modelo económico cubano” (reforma económica) y, una vez más, se impulsó el trabajo por cuenta propia, que hoy abarca a 600.000 personas involucradas.