Certezas, Razones y Derechos

Es incompleta la felicidad del hogar que no cuente en la familia con uno de esos seres de especial encanto para infantes y juventudes. La presencia de estos queridos abuelos siempre ha tenido una influencia vital en la educación de las nuevas generaciones. Sin embargo, no siempre se les reconoce su valía y hasta se les oculta con el manto de lo invisible.

Tener una vejez amable y protegida, debe ser razón de peso para la familia y la sociedad. En Cuba, mas de dos millones de personas ¡son adultos mayores ,lo que equivale a decir que un 21,9 % son mayores de 60 años. Un número muy alto para la realidad cubana, que la ubica ya para el 2030 como el país más envejecido de América Latina y El Caribe.

De hecho, el nuevo Código de las Familias pretende garantizar judicial y extrajudicialmente un ejercicio más efectivo de protección a los derechos de las personas de la tercera edad. De ahí que el Gobierno revolucionario impulse el afrontamiento del envejecimiento de la población, definido como una prioridad estratégica, dado la necesidad de contar todavía con estas personas para aumentar la productividad.

Dignidad y respeto son las bases, entonces, en las que se sustenta el Código de las Familias, porque protege la autodeterminación, preferencia e igualdad de oportunidades en la vida familiar de las personas mayores, lo cual favorece el empoderamiento de esas personas para su participación en la sociedad.

Como ha dicho la doctora Yenet Alfaro Guillen, directora legal del Bufete Internacional, el articulo 88 de la  Constitución de la República es el punto de partida esencial para toda la articulación y basamento de las personas adultas mayores y su inclusión en el entorno familiar, tal como les corresponde.

Según ella, entre las prioridades legislativas del código, está la protección de estas personas en su entorno familiar, partiendo de dos dirección fundamentales: como seres humanos y desde su rol de abuelos.

Reconoce así el texto jurídico que los abuelos representan una fuente de experiencia y sabiduría, de trasmisión de valores y de respeto para niños, niñas y  adolescentes, aunque en algún momento no coincidan patrones y tradición cultural con la de nuestros días. Si bien siempre puede haber un avenimiento en las concepciones y bien encaminadas la influencia de abuelos y abuelas pueden dejar una huella indeleble en la educación de las jóvenes generaciones.

Y eso lo reconoce el Código de las Familias cuando se refiere a la promoción de las tradiciones familiares y en la formación de los integrantes de las familias y la trascendencia que esto tiene. Validarlo como instrumento normativo de excelencia para las familias cubanas y, en este caso, para personas mayores, es la mejor de las opciones.

Marilys Suárez Moreno / Tomado de la Revista Mujeres 

 

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