Bola de Nieve: “…Yo soy la canción que canto…” (+audio)

La singularidad de su voz y la naturalidad de su canto continúan suscitando la admiración de quienes aún lo escuchan. Evocarlo en cada canción es perpetuar fervientemente a quien constituye una de las más representativas figuras de la cultura cubana.

Nacido entre las tradiciones musicales y folklóricas de la habanera ciudad de Guanabacoa el 11 de septiembre de 1911, Ignacio Jacinto Villa y Fernández, más conocido como Bola de Nieve, matriculó desde los ocho años en el conservatorio Mateu y 4 años después comenzó a estudiar solfeo y teoría musical. Aunque la Pedagogía, la Filosofía y las Letras se hallaban entre sus aspiraciones, la crisis provocada por la dictadura de Gerardo Machado provocó un cambio de rumbo en sus metas profesionales y decidió escoger el camino de la música para su vida.

En el cine Carral de su ciudad natal comenzó su desempeño como pianista, labor que continuó en presentaciones en el cabaret La Verbena, de Marianao, como parte de la Orquesta de Gilberto Valdés y posteriormente trabajó junto a la soprano Zoila Gálvez y en el Roof del Hotel Sevilla acompañó a Rita Montaner en temas como El manisero, de Moisés Simons y Canto siboney, de Ernesto Lecuona.

Mantuvo su colaboración con Montaner y, en Yucatán, México, actuaron en un espectáculo de variedades desde el cual su apodo se hizo eco en la palestra pública. Su talento quedó evidenciado en el país azteca donde fue contratado junto a Rita por la compañía del empresario Campillo para descollar sus dotes artísticas, las cuales, entre otros escenarios, alcanzaron una ingente popularidad en el teatro Politeama, donde como solista, interpretó Bito Manué, tú no sabe inglé, compuesto musicalmente por Emilio Grenet y líricamente por Nicolás Guillén y tiempo después la radioemisora XW lo contrató para mantener un programa de una hora diaria.

Además de visitar los Estados Unidos junto a Rita Montaner, Pedro Vargas, las hermanas Campos, Enriqueta Faubert y Juan Martínez Casado, fue contratado por las compañías de Ernesto Lecuona y Conchita Piquer, junto a las que se presentó en Argentina, Chile y Perú y en una revista de variedades en disímiles ciudades de España.

Durante este período había regresado a Cuba en 1935, donde se presentó junto a la compañía de Lecuona en los teatros Campoamor y el Principal de la Comedia, donde a dos pianos, el pública se deleitó con El cabildo de María la O y Arrullo de palmas, ambas del propio Lecuona. Tanto el Teatro Nacional de Chile como diferentes enclaves argentinos como el Conservatorio Nacional de Buenos Aires, radioemisoras como Esplendid y Mundo, pertenecientes igualmente a esta ciudad, así como el filme Adiós, Buenos Aires, atestiguaron su talento, que compartió con la también pianista y compositora Ernestina Lecuona, la bailarina María Cristina Antinea, Esther Borja y la cantante, bailarina y actriz Mapy Cortés.

También estuvo en las ciudades de Zaragoza, Sevilla, Córdoba y Jerez de la Frontera, en el Café Society de Filadelfia, en los teatros neoyorkinos San Juan y Puerto Rico y en el Carnegie Hall también de la Gran Manzana en Estados Unidos. El barítono René Castelar, la bailarina Rosita Segovia y los artistas Libertad Lamarque, Lou Walter, Tony Gary, Eva Garza y Fausta Curbelo fueron quienes se presentaron junto a él en estas ciudades.

Amén de mantener en CMQ Radio el programa Gran Show de Bola de Nieve en 1950, donde además fungía como director de orquesta, entre 1951 y 1959 continuó sus giras internacionales llegando al Chez Florence de París, Francia en 1951, Copenhague en 1953, el Salón de las Américas de la Unión Panamericana de Washington en 1956, así como en Niza, Roma, Venecia, Milán y Dinamarca.

Pese a que la popularidad del intérprete continuaba en aumento internacionalmente, la realidad nacional era distinta y, mientras la prensa foránea lo calificaba de “maestro de la canción cubana“, una selección anual de los artistas más destacados de la Isla lo incluyó en su categoría de “excéntrico nacional” y no es hasta 1960 que por primera vez una disquera, en este caso Sonotone, se interesa en su trabajo musical y lo invita a grabar en La Habana.

A partir de 1961, realizó giras por Checoslovaquia, Unión Soviética y República Popular China. Posteriormente fue contratado para presentarse en el restaurante mexicano Cardini Internacional, y actuó, paralelamente, en los programas televisivos Revolución Musical Nescafé y Variedades Gerber Silvia. De regreso a Cuba ofreció un recital para los delegados al Encuentro Rubén Darío, organizado por la Casa de las Américas y formó parte de la delegación cubana a la Expo’67, en la ciudad de Montreal, Canadá.

De baja estatura, labios pronunciados, un estilo muy personal, ingenio y singularidad en su forma de comunicar e interpretar y un vasto y evidente dominio cultural que lo dotó de facilidades para cantar con fluidez en idiomas como el inglés, francés, catalán, italiano y el portugués, la voz de Ay Mama Iné, Chivo que rompe tambó; El dulceroMesié Julián; No puedo ser feliz; y Si me pudieras querer; entre otros muchos temas, padecía de diabetes y asma y en 1969 se le descubrió una cardiopatía arteroesclerótica.

Su última presentación ocurrió el 20 de agosto de 1971 en el teatro Amadeo Roldán, durante un homenaje a su gran amiga Rita Montaner y el 12 de septiembre de ese año, justo un día después de su sexagésimo cumpleaños apareció por última vez en televisión en el programa Álbum de Cuba y en una entrevista para Radio Habana Cubana, que fue, igualmente, la última que concedió.

Bola de Nieve falleció en México el 2 de octubre de 1971 y la cultura cubana inmortalizó a quien, según Andrés Segovia, “más que impresionar, le interesó expresar, tocar la sensibilidad del que escucha, y en eso, quizás, se encierra el misterio de su arte, su magisterio artístico“.

 

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