A 46 años de un crimen que jamás se olvida

Este 6 de octubre se cumplen 46 años del brutal acto de terrorismo perpetrado contra un avión civil en pleno vuelo con 73 personas a bordo. de ellas 57 cubanos, 11 jóvenes guyaneses, 6 de ellos seleccionados para realizar estudios de medicina en Cuba y 5 abnegados ciudadanos de la República Democrática de Corea.

Conocido como el Crimen de Barbados el terrible hecho fue el resultado de un sabotaje contra la aeronave CU-455 de Cubana de Aviación frente a las costas de Barbados donde venían, además los 24 integrantes de la selección nacional juvenil de esgrima cubana, verdaderas esperanzas olímpicas quienes habían acabado de escribir una de las más brillantes e insuperable página deportiva al ganar la totalidad de las medallas de oro puestas en disputa durante el IV Torneo Centroamericano de Esgrima efectuado en Caracas, Venezuela en 1976.

Al cabo de tantos años de aquel horrendo crimen continúo recordando con singular tristeza el lenguaje de millones de pupilas en la Plaza de la Revolución junto a Fidel en la despedida de duelo que puso al desnudo y denuncio al mundo todo el plan de sabotaje llevado a cabo por el imperialismo y los connotados agentes de la CIA Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, contrarrevolucionarios de origen cubano, así como los venezolanos Freddy Lugo y Hernán Ricardo.

Cómo no recordar que con apenas 17 ó 18 años tuvimos que vivir ese horrible 6 de octubre de 1976 y soportar con impotencia cómo se nos derrumbó todo ese maravilloso mundo de atletas, como miembros de la selección nacional juvenil de esgrima, desapareciendo para siempre las imágenes reales diarias de nuestros hermanos desde el amanecer hasta muy tarde en la noche cuando lográbamos al concluir los estudios descansar y conciliar el sueño.

Fue duro, es muy duro no haber podido recibir una sonrisa victoriosa de nuestros hermanos, de que no te apretaran las manos, te dieran un abrazo y, por otro lado, sentarte y no poder comprender lloras algo que fue tuyo o parte de ti mismo.

Por eso, cuando hoy les cuente a los entrenadores del Combinado Deportivo Héctor Aranguren de Jagüey Grande sobre este suceso, no dejaré de mencionar la frase de mi compañero de equipo el espadista José Ramón Arencibia Arredondo cuando en una ocasión expresó en uno de sus poemas que: “La verdad es una espada que no se mella por mucho que taje”

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