Henry, un meteorólogo en busca de los misterios del tiempo

 

Henry Delgado Manzor es un joven que vive por y para el tiempo. Cada día intenta descifrar sus misterios. Siempre anda tras la búsqueda de nuevas oportunidades para aprender e ir forjando metas, incluso con los riesgos que implica esa búsqueda constante. Sus intereses, muy ligados a la esfera de las ciencias naturales y en particular a la meteorología, lo impulsan a buscar los verdaderos valores de la vida, esos que le permiten crecer como persona y ser cada día un mejor ser humano. Entre nubes, aviones, veletas y pluviómetros, Henry  sueña desde la tierra, pero siempre mirando al cielo.

Una afición desde niño

Henry confiesa que desde niño siempre tuvo interés en conocer sobre el tiempo. Sentía una fuerte atracción por los fenómenos naturales y todo lo relacionado con el cielo, las nubes y los astros. A la edad de 11 años ya tenía un diario meteorológico donde dejaba asentado todo lo que observaba desde su casa. Hoy todavía lo conserva, como recuerdo de aquellos comienzos.

«En aquel entonces yo vivía en una pequeña comunidad rural en El Coloso, Máximo Gómez, en el municipio matancero de Perico. Nunca fui un niño de cazar aves ni criar animales, como la mayoría de quienes viven en el campo. Cuando mis amigos se dedicaban a eso yo me enfrascaba en otras aventuras. Me iba a explorar cuevas, lomas, ríos. Mi casa quedaba a escasos 15 km de la Estación Meteorológica de Indio Hatuey. Todos los fines de semana tomaba mi bicicleta y me iba para ese lugar que me parecía mágico. Allí me hice aprendiz de un viejo observador meteorológico que se llama Jesús Márquez. Fue el que me enseñó esos primeros misterios de la meteorología. Por eso te puedo decir que mi niñez y adolescencia transcurrió entre veletas, pluviómetros y termómetros.»

Irremediablemente la afición siguió creciendo en los sueños del niño, alimentó sus esperanzas y  deseos de estudiar todo aquello que tuviera relación con el tiempo, los detalles, las curiosidades. Hasta que le tocó vivir de cerca la experiencia de un ciclón: ese sería el impulso final para decidirse por el mundo de la meteorología. Y es que, según apunta la norma, aquel que decide estudiar  y hacerse meteorólogo es porque vivió  un huracán en su niñez y quedó marcado para siempre. El caso de Henry,  la verdad, no fue diferente.

A la decisión de enrumbar su vida por el campo de la meteorología le siguieron años de sacrificio y mucho estudio. Se adentraba en un mundo de novedades y descubrimientos, cada día con mayores motivaciones. Henry quería aprender a descifrar el tiempo y los misterios de la atmósfera.

En el año 2009, el joven inexperto se enfrentó a su primera experiencia laboral. Por esa época comenzó a trabajar en la Estación Meteorológica de Varadero, donde puso en práctica mucho de lo aprendido. Confiesa que haber trabajado allí fue una bonita experiencia, pues aprendió muchísimo, principalmente sobre los métodos de observación meteorológica.

Ya en el 2015 comenzó a trabajar en el Aeropuerto Internacional Juan Gualberto Gómez de Varadero donde lleva 6 años en la oficina meteorológica junto a otros especialistas, todos muy buenos compañeros y excelentes profesionales. La misión de Henry radica en mantener una vigilancia meteorológica continua para alertar a las autoridades aeronáuticas de condiciones que puedan tener un efecto adverso para las operaciones aéreas.

La familia y Cárdenas, sus otros amores

Para este joven soñador su familia constituye uno de sus mayores tesoros y da gracias  por tenerla junto a él, sobre todo sus padres, quienes son una bendición. De ellos recibió siempre educación, amor, y sobre todas las cosas  el apoyo necesario para ir logrando poco a poco sus metas sin desalentarse en el largo camino que es la vida. Entre risas afirma que su mamá sigue siendo actualmente su brazo derecho. Según confiesa Henry, ella se ha convertido hasta en observadora meteorológica. Cuando él está fuera de casa, en alguna expedición o de viaje, su mamá realiza todas las mediciones para que no se pierda ningún detalle a su regreso.

La ciudad de Cárdenas, a donde llegó a vivir hace cerca de 20 años siendo apenas un adolescente, es otro de sus grandes amores.  Desde entonces vive enamorado de la urbe, de su historia, arquitectura,  cultura y de su gente.

«Vivo, y lo digo con orgullo sano, en la Ciudad de las Primicias, la primera que vio ondear nuestra enseña nacional.  La ciudad que conserva sus más valiosos tesoros en el segundo museo más antiguo de Cuba; la ciudad que vio nacer a grandes personalidades de nuestra historia y cultura nacional. Sin embargo, nunca me he podido separar del campo, es algo que necesito, está en mi sangre de guajiro. Creo que siempre estaré en esa búsqueda permanente con lo natural, con mis raíces.»

Radioaficionado de corazón

El meteorólogo dedica su tiempos libre a lo que más le gusta que, a decir verdad, incluye un amplio espectro. Lo apasiona la buena lectura y le interesan la historia y la ciencias naturales en general. Aunque la meteorología sigue siendo su gran pasión,  siente interés por el coleccionismo, la fotografía, la espeleología y la rafioafición. Hoy se muestra orgulloso de ser miembro de las Sociedades Cubanas de Meteorología y Espeleología y de la Federación de Radioaficionados de Cuba.

«Ya llevo más de 10 años en la Federación de Radioaficionados, entré gracias a un buen amigo, Francisco del Forn, lamentablemente ya fallecido, quien fue por muchos años Presidente del Radio Club  de Cárdenas. Supo de mi vocación y conocimientos de meteorología y me invitó a participar junto a ellos en actividades de divulgación meteorológica. Desde entonces no me he separado más de la radio. «

Los radioaficionados desempeñan un rol fundamental en la sociedad, sobre todo en situaciones de desastres naturales. Pero en realidad su quehacer rebasa estas fronteras para tener un mayor alcance.  Henry agrega que en muchos casos se trata de personas aficionadas a las tecnologías quienes construyen sus propios equipos y antenas, e incluso los modernizan. Además, ven la radio como una vía para socializar y hacer verdaderas amistades.

«En estos años he tenido la dicha de poder hacer contactos con colegas de todo el país, incluso con tripulaciones de vuelos nacionales que al sobrevolar la provincia me llaman vía radio. En algunos casos hemos llegado a conocernos personalmente y hoy somos muy buenos amigos. Pero sin dudas lo que más satisfacción me causa dentro de la radio es poder ayudar en temporada ciclónica, ante la amenaza de un organismo tropical, y realizar contactos e intercambiar datos e información con colegas de todo el país.»

Henry nos cuenta  una anécdota que ocurrió durante el paso de la tormenta tropical Laura, hace algunos meses por el occidente de Cuba. Se encontraba precisamente apoyando en la red de emergencia municipal, transmitiendo desde Cárdenas.

«Había un colega del sur de la provincia de Matanzas, por donde entró el ciclón, que se había quedado sin electricidad, sin telefonía fija ni móvil. Se encontraba bajo los efectos del ciclón y no tenía información alguna. Pude contactar con él, brindarle la ubicación del fenómeno y darle el último Aviso de Ciclón Tropical que había emitido el Centro Nacional de Pronósticos. De igual forma él brindó información valiosa desde donde se encontraba. Experiencias como estas hacen que uno se sienta útil y comprometido con lo que hace.»

La fotografía 

Uno de los amores de Henry es la fotografía. Sacar postales de todo cuanto ve en la naturaleza rebasa cualquier motivación cuando anda lente en mano. Esa inclinación lo llevó a formar parte del  Club de Fotografías de Cárdenas.  Ahí un grupo de amigos y profesionales aficionados al arte de plasmar en imágenes los pequeños detalles, lo sublime e imperceptible a la vista, disfrutan de cada aventura donde la naturaleza y sus misterios los ocupan casi por completo.

«Dentro del club me he propuesto la misión de dar a conocer la fotografía medioambientalista, ya que esta juega un papel fundamental en la preservación del entorno natural. Marca la diferencia que necesitamos y nos hace reflexionar sobre la importancia del cuidado del medio ambiente y la necesidad de crear conciencia sobre la riqueza de nuestra flora y fauna.  El club me ha ayudado a crecer dentro de este apasionante mundo de la fotografía.»

Comunicación y aprendizaje desde las redes sociales

Las redes sociales resultan una herramienta que permite divulgar infinidad de conocimientos. Según afirma Henry,  sirven para conectar esos puntos que nos llevan al diálogo, la comunicación y el aprendizaje. Y eso es precisamente lo que intenta hacer: aprovecha para publicar sobre temas que le apasionan e interesan y así transmitir conocimientos a los amigos del ciberespacio.

«Creo que las personas están ávidas de conocimientos, quieren saber sobre ciencia, entonces, ¿por qué no compartir lo poco que sé? Al abrirte al público sobre estos temas, de una forma amena e instructiva, haces que le lleguen a todos los conocimientos. Es gratificante cuando recibes comentarios de personas que han aprendido algo nuevo o les ayudó a despertar el interés por conocer más sobre un tema en específico. Estos canales en redes sociales atraen a todos los públicos, especialmente a los más jóvenes, y a ellos también va dirigida esa cultura meteorológica que me propongo. Me gusta compartir ese tipo de conocimiento, divulgar temas históricos, científicos o medioambientales. Creo que los cubanos tenemos que seguir ganando información en los temas medioambientales y meteorológicos. Cada persona debe tener esa percepción de riesgo y conocimiento para poder enfrentar los eventos naturales. Creo que en eso los meteorólogos podemos ayudar a educar a la población y es lo que intento hacer desde las redes.»

 

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